Se pierde primero el pulso. Pocos segundos después, el conocimiento y la capacidad de respirar. Si no se recibe atención inmediata, la consecuencia es el fallecimiento al cabo de unos minutos. Hablamos de la muerte súbita, un evento cardiovascular que cada año se cobra la vida de alrededor de 30.000 personas solo en España. Sin embargo, podríamos reducir esas cifras poniendo en marcha varias estrategias.
El fallecimiento inesperado y repentino de una persona aparentemente sana tiene como principal causa una arritmia en forma de fibrilación ventricular que provoca una parada cardiaca. La arritmia produce una actividad eléctrica cardiaca caótica que no es capaz de generar latido cardiaco efectivo, por lo que el corazón deja de bombear la sangre, la presión arterial cae a cero y se anula el riego sanguíneo del cerebro y del resto del cuerpo. Cuando ocurre en personas jóvenes, por debajo de los 35 años, esta arritmia suele estar relacionada con enfermedades cardiacas previas que pueden afectar tanto al músculo del corazón (miocardiopatías como la miocardiopatía hipertrófica), como a la actividad eléctrica del mismo (canalopatía, como el síndrome de Brugada o el síndrome de QT largo).
Su incidencia es mayor en deportistas debido a las exigencias del propio ejercicio físico, que aumenta la frecuencia cardiaca, la tensión arterial y la contractilidad del corazón, lo que produce un aumento de la demanda de oxígeno. Otro factor a tener en cuenta es el propio estrés emocional de la competición. Además, los expertos advierten que también pueden darse casos por “imprudencias deportivas” en personas que afrontan pruebas para las que no están bien preparadas, como las de larga distancia.
¿Cómo combatirla?
Una primera medida para reducir las cifras de muerte súbita es que los aficionados al deporte pasen por un reconocimiento médico preparticipación deportiva antes de comenzar a entrenarse para la competición. Con ese reconocimiento es posible que detectemos algunas de las causas que pueden provocar la muerte súbita.
En caso de que no haya podido detectarse ninguna anomalía y se sufra repentinamente una parada cardiorrespiratoria, es muy importante que la persona sea atendida inmediatamente: las medidas de reanimación cardiopulmonar pueden conseguir en muchos casos que la arritmia desaparezca y el paciente se recupere. Por eso otra medida a poner en marcha es la formación en reanimación cardiopulmonar, de forma que todos sepamos cómo actuar en caso de presenciar una parada cardiorrespiratoria.
La tercera medida a poner en marcha es crear más espacios cardioprotegidos con desfibriladores. Para localizar los ya existentes y poder encontrarlos más rápido, la Fundación Española del Corazón, la Sociedad Española de Cardiología y Cruz Roja Española han desarrollado la app Ariadna, un mapa colaborativo para geolocalizar desfibriladores – puedes descargártela en este enlace-.
Por último, los expertos aconsejan una cuarta medida que tiene la misma importancia que las demás: realizar actividad física regular desde edades tempranas, una eficaz forma de controlar los factores de riesgo, además de prepararse progresivamente para el tipo de deporte que se quiera realizar, seguir una alimentación saludable y evitar el tabaco y el alcohol.