Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística sobre las causas de mortalidad en España, 120.859 personas murieron a causa de una enfermedad cardiovascular en 2018, una cifra un poco más baja que la de 2017 (122.466) y algo más alta que la de 2016 (119.939), pero bastante similar. A esas muertes pueden contribuir marcadores de riesgo cardiovascular que no podemos modificar, como la edad, el sexo o los antecedentes familiares. Pero también factores de riesgo cardiaco sobre los que sí podemos actuar, lo que haría bajar esas cifras. Los expertos afirman que controlando los factores de riesgo modificables podrían prevenirse hasta el 80% de muertes prematuras por enfermedad cardiovascular.
La clave está en intentar evitar que la enfermedad cardiovascular aparezca actuando sobre aquellos elementos que la provocan y que está en nuestra mano controlar, lo que implicaría mantener a raya los siguientes factores de riesgo:
Obesidad
El exceso de grasa, especialmente el que se acumula en la zona del abdomen, es una señal de que nuestra salud cardiovascular puede estar en riesgo. La principal razón es que favorece la aparición de otros factores de riesgo, como la diabetes, la hipertensión o los niveles elevados de colesterol, por lo que es clave combatir la obesidad y mantenernos en el peso recomendado. Para lograrlo debemos seguir una alimentación saludable basada en la dieta mediterránea y practicar ejercicio de forma frecuente.
Sedentarismo
Junto a la obesidad, el sedentarismo es uno de los factores de riesgo cardiovascular más frecuentes en la población occidental. El estilo de vida que seguimos, sobre todo en las ciudades, ha cambiado nuestros hábitos, fomentando la inactividad física, lo que, además de provocar por si solo un daño a nuestro sistema cardiovascular, contribuye a agravar los efectos de otros factores de riesgo como la obesidad, la hipertensión o los niveles altos de colesterol. La buena noticia es que es un factor de riesgo fácilmente modificable: basta con iniciar una rutina de actividad física semanal que incluya como mínimo 150 minutos semanales de actividad física aeróbica de intensidad moderada o 75 minutos de actividad intensa.
Tabaco
Entre los principales enemigos de una buena salud cardiovascular se encuentra el tabaco: fumar triplica las posibilidades de sufrir una enfermedad cardiaca, por lo que es clave dejar de hacerlo. Además, los beneficios que conseguiremos si dejamos de fumar repercuten en todo nuestro organismo, no únicamente en la salud cardiovascular.
Hipertensión
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que la hipertensión afecta a más de 1100 millones de personas en todo el mundo, y puede tener importantes consecuencias en la salud cardiovascular: las arterias se endurecen para soportar la presión arterial alta, lo que a su vez puede dificultar el paso de la sangre y derivar en complicaciones graves como infarto de miocardio, hemorragia o trombosis cerebral. También aumenta el riesgo de arritmias, insuficiencia cardiaca, dilatación de aurícula izquierda, relajación disminuida del ventrículo izquierdo o hipertrofia del ventrículo izquierdo. Además, con la hipertensión no solo el corazón y las arterias se ven sometidas a mayor esfuerzo. También los riñones se ven afectados, por eso puede derivar en insuficiencia renal. Para controlarla, las medidas no farmacológicas recomendadas son evitar el tabaco y el consumo excesivo de alcohol, reducir el consumo de sal, practicar deporte y seguir una alimentación saludable.
Niveles altos de colesterol
Cuando las células son incapaces de absorber todo el colesterol que circula por la sangre, el sobrante se deposita en la pared de la arteria y contribuye a su progresivo estrechamiento. Por eso es tan importante vigilar nuestros niveles de colesterol e intentar reducirlos si superan las cifras recomendadas. Para controlar esos niveles es fundamental tanto una alimentación equilibrada con poco contenido de grasas saturadas como el ejercicio regular.
Diabetes
463 millones de adultos entre 20 y 79 años padecen diabetes, un importante factor de riesgo cardiovascular que afecta a las arterias y también al músculo cardiaco. Es la razón de que debamos prevenirla luchando contra las causas que propician su aparición, que son el sobrepeso, la obesidad y el sedentarismo. En caso de que ya se padezca, resulta igual de importante vigilarla con ejercicio y alimentación saludable, además de medicación en caso de que sea necesario.
Enfermedad periodontal
Las enfermedades periodontales y cardiovasculares están relacionadas hasta el punto de que comparten factores de riesgo. Una muestra es que entre las personas con cardiopatía isquémica en España, alrededor del 40% ya ha sufrido pérdida de piezas dentales, lo que indica que la enfermedad periodontal grave es muy frecuente en pacientes con problemas coronarios. Por eso se incluye entre los factores de riesgo cardiovascular. Los expertos aconsejan mantener la buena salud de las encías o, en caso de que ya se padezca periodontitis, tratarla.
Alta frecuencia cardiaca
La frecuencia cardiaca normal en reposo oscila entre 50 y 100 latidos por minuto. Por encima de esas cifras aumenta el riesgo cardiaco según los estudios realizados, que han encontrado una asociación entre la alta frecuencia cardiaca y el riesgo de muerte. De ahí que convenga vigilarla y, en caso de que supere las cifras recomendadas, intentar reducirla. Para ello se aconseja seguir una rutina deportiva con la que combatir el sedentarismo, aunque también existen fármacos para reducir la frecuencia cardiaca en caso de que sea necesario.