Es la primera causa de muerte en mujeres en España, y la segunda en la población general. Por eso, controlar los factores de riesgo que multiplican las posibilidades de que padezcamos un ictus es vital. Sin embargo, si mantenemos nuestro estilo de vida actual, la mortalidad crecerá: según el Atlas del Ictus, elaborado por la Sociedad Española de Neurología (SEN), el número de fallecimientos causados por ictus se incrementará en un 39% en la próxima década y media a no ser que controlemos los factores de riesgo modificables.
A pesar de esas alarmantes cifras, más del 80% de los ictus son evitables, lo que significa que la incidencia de este evento vascular se podría reducir drásticamente si prevenimos o mantenemos a raya la hipertensión arterial, la diabetes y los niveles de colesterol; dejamos de fumar; seguimos una alimentación saludable y la combinamos con actividad física diaria.
Todas esas rutinas pueden salvarnos la vida. Especialmente a quienes sufren fibrilación auricular, ya que este tipo de arritmia multiplica por cinco el riesgo de padecer un ictus, y de hecho es la causa que lo provoca en aproximadamente el 20% de los ictus isquémicos. Por eso, estos pacientes deben prestar especial atención a ese estilo de vida, y en caso de que su médico lo considere necesario, recurrir además al tratamiento farmacológico. Este consiste por un lado en antiarrítmicos que consigan recuperar el ritmo normal y prevengan la aparición de nuevos episodios de fibrilación auricular, y por otro, en anticoagulantes que prevengan la aparición de trombos y, por tanto, eviten un posible ictus.
¿Qué es un ictus?
Los expertos lo definen como un accidente cerebrovascular que deja un área del cerebro sin circulación sanguínea. Todos nuestros tejidos necesitan del oxígeno y los nutrientes que llegan a través de las arterias. Por eso, cuando estas bloquean una zona dependiente de ellas, esa zona muere. La mayoría se producen por una falta de riego a un territorio del cerebro (ictus isquémico). Y a su vez, esta circunstancia se da por una de estas tres causas:
- Causa embólica cardiaca: un trombo que se forma en el corazón (en bastantes ocasiones producido por una fibrilación auricular u otras cardiopatías no tratadas) y que viaja desde el corazón hasta las arterias del cerebro, taponándolas.
- Causa embólica de otro territorio vascular: placas de ateroma de otros territorios arteriales que ocluyen las arterias más distalmente.
- Causa trombótica: trombos locales que se forman dentro de las arterias cerebrales, que en algunos casos se originan por alteraciones de la sangre, como los llamados "síndromes de hipercoagulabilidad".
Cómo actuar en caso de sufrir los síntomas
En caso de que se produzca un accidente cerebrovascular, acudir cuanto antes a los servicios sanitarios para que lo traten de la forma más precoz posible es crucial si queremos minimizar sus consecuencias. Por esa razón debemos prestar mucha atención a estas señales de alarma que indican que podemos estar sufriendo un ictus:
- Pérdida de fuerza o/y sensibilidad de una parte del cuerpo bruscamente (en la cara, en el brazo…).
- Pérdida de visión súbita parcial o total, en uno o ambos ojos.
- Dificultad para hablar -dificultad para expresarse, lenguaje difícil de articular o incomprensible para el que lo escucha-.
- Dolor de cabeza de inicio brusco, sin causa aparente y muy intenso.
- Vértigo intenso, con inestabilidad, desequilibrio o caídas bruscas inexplicadas, si se acompañan de cualquiera de los síntomas descritos con anterioridad.