El pasado mes de mayo entró en vigor la norma que limita el contenido máximo de sal en el pan, una medida más para intentar reducir el consumo de sal. Y es que la mayoría de la población duplica la ingesta recomendada de sal, y ese elevado consumo puede afectar a la salud cardiovascular.
El principal riesgo es que un elevado consumo, sumado a una absorción insuficiente de potasio (menos de 3,5 gramos por día) contribuyen a la hipertensión arterial y aumentan el riesgo de cardiopatía y accidente cerebrovascular. Como explica en el programa A su salud la doctora Teresa Partearroyo, profesora Titular de Nutrición y Bromatología en la Universidad CEU-San Pablo y miembro del Comité de Nutrición de la Fundación Española del Corazón (FEC), la sal guarda una relación lineal con nuestra presión arterial, con las consecuencias que ello conlleva para el funcionamiento del corazón y para las paredes de los vasos sanguíneos.
“Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se recomienda reducir la ingesta de sodio a menos de dos gramos al día, lo que equivaldría aproximadamente a unos cinco gramos de sal en adultos, para poder reducir la presión arterial y el riesgo de enfermedad cardiovascular. Además, la OMS también recomienda una mayor reducción de la ingesta de sodio porque puede predisponer al desarrollo de enfermedades como la osteoporosis, asma y otras patologías respiratorias, obesidad y cáncer de estómago”, indica Partearroyo.
Sal visible e invisible
Esa cantidad de cinco gramos de sal máximo al día en adultos incluye la sal visible, la que nosotros echamos a la comida, pero también la invisible. Esta última es la que más consumimos sin ser conscientes de ello. “El problema deriva de toda aquella sal invisible que se encuentra dentro de los alimentos, la sal invisible que se añade en la transformación de todos los productos que son procesados. Podría estar constituyendo entre un 70 y un 75% de la sal que consumimos de manera diaria”, señala Teresa Partearroyo.
Para reducir y controlar la cantidad de sodio en nuestro organismo los expertos recomiendan sustituir parte de la sal por hierbas, especias y otros condimentos. Pero también es importante leer el etiquetado de los alimentos que compramos en el supermercado y elegir aquellos con menor cantidad de sal. Como referencia puede orientarnos saber que 1,25 gramos de sal por cada 100 gramos de producto es un contenido muy alto en sal.
Esa imprescindible formación de los consumidores es uno de los objetivos del Programa de Alimentación y Salud de la Fundación Española del Corazón (PASFEC). “Lo que hacemos desde PASFEC es promover la necesaria formación acerca de elementos que son más perjudiciales para nuestra salud, como la sal pero también el azúcar añadido, las grasas saturadas y las grasas trans, de forma que no excedamos las cantidades máximas recomendadas. Por ello la información sobre el contenido en estos productos comercializados debe estar bien regulada y permitir una comparativa sencilla respecto a productos que sean similares en el mercado para que el consumidor pueda elegir de forma libre e informada cuál es la mejor opción para evitar ingerir grandes cantidades de este tipo de nutrientes”, explica Teresa Partearroyo.