Junto a la alimentación, el sueño es la principal necesidad básica del ser humano. Y para cubrirla en las mejores condiciones, hace ya 200.000 años que el hombre prehistórico construyó los primeros colchones, hechos de hierba y cenizas, según publicaba la revista Science. El objetivo era el mismo que en la actualidad: poder descansar de forma confortable para que el organismo se recupere de la jornada diaria. Sin embargo, no siempre se consigue, ya que un tercio de la población tiene problemas para dormir.
Así lo recoge la última Encuesta de Salud de la Fundación Española del Corazón (ESFEC 2021), en la que se analizó la prevalencia de los factores de riesgo cardiovascular. Una de sus conclusiones es que la falta de sueño afecta en la actualidad al 36,2% de quienes residen en España. Y esta dificultad para conciliar el sueño o para mantenerlo se considera un problema que puede afectar a la salud cardiaca. Según los expertos, no solo se asocia a una mayor incidencia de sobrepeso, obesidad, hipertensión y niveles altos de colesterol y triglicéridos sino también al riesgo de que aparezca insuficiencia cardiaca, como indica el estudio Insomnia symptoms and incident heart failure: a population-based cohort study, publicado en European Heart Journal.
En él, los autores hallaron que “tanto la dificultad de iniciar el sueño como la dificultad de mantenerlo, el despertar temprano en la mañana y la sensación de sueño no reparador se asociaron con un riesgo significativamente mayor (1,2 veces) de desarrollar insuficiencia cardiaca en comparación con los pacientes sin insomnio”.
Entre las posibles causas se encuentran que el insomnio se asocia con la presencia de hábitos de vida no saludables, como una dieta poco equilibrada o la ausencia de actividad física. A lo que se suma que el tener problemas para dormir provoca un estado de hiperactivación anormal en la noche y un deterioro del rendimiento durante el día que, a su vez, puede facilitar el mantener malos hábitos.
Por el contrario, dormir un mínimo de siete horas diarias y llevar unos hábitos de vida saludables como realizar actividad física de forma regular, mantener una alimentación equilibrada, moderar el consumo de alcohol y no fumar, puede reducir hasta en un 65% el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, según concluye otro estudio publicado en European Journal of Preventive Cardiology. El mismo estimó que en esas personas el riesgo de morir por enfermedad cardiovascular se reduce un 83% en comparación con aquellas personas que no siguen ningún hábito de vida saludable.
La razón de que el buen sueño sea un aliado de la salud cardiovascular es que es en ese tiempo de descanso cuando nuestro cuerpo cumple con su función reparadora. Además, un sueño reparador mejora la función endotelial y ayuda a disminuir la presión arterial, ya que mientras dormimos se produce una relajación muscular que también afecta a las arterias. Esta relajación provoca una bajada fisiológica de la presión arterial.
Por eso se recomienda que el sueño nocturno tenga una duración suficiente y sea reparador, lo que significa que las horas que durmamos debemos dormirlas sin interrupciones y profundamente.
Estas son algunas recomendaciones para lograrlo:
- Procurar acostarse alrededor de la misma hora para acostumbrar al organismo a una rutina horaria.
- Acostumbrarse a cenar de forma ligera al menos un par de horas antes de irse a dormir.
- Evitar en lo posible productos estimulantes como el chocolate o el cacao poco antes de ir a la cama. Ocurre lo mismo con la teína y la cafeína. El alcohol también puede alterar el sueño.
- Practicar ejercicio de forma frecuente pero no a última hora del día, ya que eleva la temperatura de nuestro cuerpo y puede dificultar el sueño.