Pueden confundirse porque comparten síntomas. Tanto la angina de pecho como el infarto pueden presentar dolor, opresión o malestar, generalmente torácico, irradiado al brazo izquierdo y acompañado en ocasiones de sudoración y náuseas. Sin embargo, la angina de pecho y el infarto son dos eventos cardiovasculares diferentes.
Para empezar, se distinguen porque tienen distinta gravedad: mientras que la angina de pecho estable es reversible, el infarto de miocardio supone la necrosis o muerte de las células del músculo cardiaco. Por eso, aunque en ambos casos se trata de una enfermedad de las arterias que riegan el corazón, las consecuencias de una y otro pueden ser muy distintas. La razón es que mientras que en la angina de pecho estable se da una oclusión parcial de una de las arterias del corazón por aterosclerosis, en el infarto esa oclusión es total, de ahí su gravedad.
Otra diferencia es que, a pesar de que comparten síntomas, estos no tienen la misma intensidad. Como explica el doctor Roberto Martín Asenjo, cardiólogo de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), en este vídeo de la sección #telodigodecorazón, en la angina de pecho estable el dolor suele ser menos prolongado en el tiempo -habitualmente no dura más de 20 o 30 minutos-, y desaparece cuando el paciente se queda en reposo o cuando se administra nitroglicerina sublingual. En cambio, en el infarto de miocardio el dolor no se resuelve con el paso del tiempo, y acaba provocando un daño estructural.
En el caso de la angina de pecho, generalmente el factor desencadenante es el esfuerzo físico, aunque también podemos encontrar otros como frío o estrés, y el umbral anginoso – el grado de esfuerzo a partir del cual el paciente padece angina- es fijo en la mayoría de los casos. Pero la razón por la que se produce el evento cardiovascular en ambos casos es la misma, aunque con distinta gravedad: la estrechez de las arterias coronarias. A su vez esta se puede dar por cualquiera de los factores de riesgo más comunes: la hipertensión, niveles altos de colesterol, obesidad, sedentarismo, diabetes y/o hábito tabáquico.
De ahí que controlando esos factores a través de un estilo de vida saludable que incluya ejercicio frecuente y una dieta equilibrada rica en verduras, hortalizas, frutas, cereales integrales, legumbres y pescados podamos prevenir en gran medida la aparición de anginas de pecho estables e infartos de miocardio.
Diferencias entre angina de pecho estable e inestable
Además de la llamada angina de pecho estable existe otra patología conocida como angina de pecho inestable. Según explica el doctor Roberto Martín Asenjo en este vídeo, la angina de pecho estable es una enfermedad crónica, por lo que tiene unas características reproducibles a lo largo de periodos largos de tiempo: la forma de presentación son episodios de dolor torácico con esfuerzos de intensidad alta, y los pacientes habitualmente están controlados, siguen un tratamiento y no suelen necesitar hospitalizaciones, únicamente seguimientos clínicos.
Sin embargo, la angina de pecho inestable es una enfermedad aguda, un problema en las arterias coronarias está provocando fenómenos de oclusión aguda. Eso se manifiesta con síntomas que pueden aparecer con pequeñas cantidades de ejercicio o incluso en reposo y que no ceden habitualmente con los comprimidos de nitroglicerina. Por eso, si el dolor es en reposo o su duración excede los 20 minutos, se debe consultar inmediatamente al servicio médico. Este tipo de angina de pecho requiere visitar el hospital para que se pueda hacer un estudio concreto de lo que está ocurriendo en ese momento.