El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Se relacionan fuertemente con el riesgo de padecer diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, triglicéridos elevados, enfermedades digestivas, artrosis precoz, apnea del sueño, baja calidad de vida, depresión, ansiedad y enfermedades cardiovasculares como el infarto de miocardio o el accidente cerebrovascular, entre otras.
Como explica el Dr. Pablo Toledo Frías, cardiólogo en el Hospital Universitario Clínico San Cecilio (Granada), en el número 149 de la revista de la Fundación Española del Corazón, en las últimas décadas, la prevalencia de obesidad se ha triplicado, y las estimaciones dicen que en 2030, ocho de cada diez hombres y casi la mitad de las mujeres serán obesos o tendrán sobrepeso en nuestro país. Todo esto se traduce en un enorme problema de salud y en un elevado impacto económico. En 2019, la obesidad supuso un coste sanitario de 2.746 millones de euros, que podría aumentar a 3.651 millones en 2030. Esa cifra representaría el 2,34% del producto interior bruto nacional.
¿Cómo se diagnóstica el sobrepeso o la obesidad?
El aumento anormal o excesivo de grasa corporal del sobrepeso y la obesidad lo podemos estimar a través de mediciones como el índice de masa corporal (IMC). Es la relación entre el peso del individuo, expresado en kilogramos, y el cuadrado de la talla, expresada en metros. Un IMC de igual o más de 25 se relaciona con sobrepeso y con una alta probabilidad de tener un porcentaje elevado de grasa corporal.
Otra forma de estimar el porcentaje de grasa corporal es a través del perímetro abdominal. Un perímetro abdominal elevado se relaciona con muy alta probabilidad de tener un elevado porcentaje de grasa corporal y, más concretamente, localizada a nivel visceral. Esa grasa visceral se relaciona especialmente con un mayor riesgo cardiovascular elevado.
¿Como se puede luchar contra la obesidad?
Según los expertos, comer menos y mejor, y movernos más, es la fórmula más eficaz para luchar contra la obesidad. Como recuerda el Dr. Pablo Toledo Frías, “dos de las causas que están contribuyendo a la obesidad en la sociedad occidental son la conducta sedentaria y los cambios de patrones alimentarios”.
Según la Encuesta Europea de Salud publicada en 2020, en España el 46,5% de los hombres mayores de 15 años y el 54,8% de las mujeres reconocen no realizar ningún día ejercicio físico. Esta cifra se hace especialmente preocupante en los mayores de 65 años, donde el porcentaje es próximo al 70%.
Otra causa de esta epidemia es el cambio de alimentación en el mundo occidental en las últimas décadas. El abuso de hidratos de carbono de alto índice glucémico (“dulces”, harinas refinadas…), alimentos procesados, consumo de grasas no saludables como las hidrogenadas, grasas refinadas y trans, y la baja ingesta de vegetales están contribuyendo de manera muy notoria a esta epidemia de sobrepeso y obesidad.
Según el INE, solo la mitad de la población española come fruta, verdura u hortalizas a diario. Los alimentos procesados son aquellos productos alterados por la adición o in troducción de sustancias (sal, azúcar, aceites refinados, grasas hidrogenadas y trans, preservantes y potenciadores de sabor) que cambian la naturaleza de los alimentos originales con el fin de prolongar su duración, hacerlos más agradables o atractivos. Estos alimentos son altamente calóricos, económicos y producen muy poca saciedad, siendo estos una de las principales causas de sobrepeso y obesidad.
“Estos alimentos deberían ser excluidos de nuestra alimentación y habría que volver al patrón de dieta mediterránea tradicional, que en el estudio PREDIMED ya demostró reducir el riesgo de eventos cardiovasculares. Esta dieta no usa alimentos procesados, es rica en verduras, frutas, pescados, legumbres y usa el aceite de oliva como fuente de grasa principal”, señala el Dr. Toledo Frías.
¿Existen fármacos para tratar la obesidad?
Recientemente se han comercializado fármacos que ayudan a perder peso, como la familia de los agonistas del receptor GLP1. Estos fármacos se emplean actualmente para tratar la diabetes, pero además del beneficio cardiovascular que producen, son también anorexígenos, enlentecen el vaciado gástrico produciendo una pérdida de peso significativa.
Sin embargo, debemos tener claro que si no cambiamos nuestros patrones alimentarios y aumentamos nuestra actividad física, cualquier medida farmacológica no tendrá éxito, advierte el cardiólogo en el artículo de la revista de la Fundación Española del Corazón. “No hay fórmulas mágicas, la realidad es que comer menos y mejor, junto con movernos más, es la clave para luchar contra la obesidad. Lo demás son mitos que nos abocarán al fracaso”, concluye el Dr. Pablo Toledo Frías.