En la década de los 40 del siglo pasado nació una técnica que iba a resultar fundamental para millones de pacientes de todo el mundo en el futuro. Era el Holter, bautizado así por el nombre del biofísico de Montana (EEUU) que la inventó, Norman J. Holter. Su intención era idear un dispositivo que registrara la forma en la que se comporta el corazón durante un día cualquiera, mientras hacemos nuestras actividades cotidianas. Y es precisamente lo que mide el Holter: registrar y almacenar el electrocardiograma del paciente durante 24 horas de forma ambulatoria, sin necesidad de llevarlo a cabo en el hospital.
Desde entonces, está considerado un dispositivo fundamental para el diagnóstico cardiológico. Gracias a él, se puede obtener información muy útil acerca de la frecuencia cardiaca, conociendo si hay o no alteraciones en su ritmo.
Cuándo está indicado
La monitorización ambulatoria del electrocardiograma que se realiza con el Holter suele indicarse cuando el paciente experimenta palpitaciones y taquicardia de origen no bien tipificado, sufre mareos o síncopes de causa indeterminada o padece dolor en el pecho en reposo o durante el ejercicio sin hallazgos en el electrocardiograma de esfuerzo. También se usa para el control de los marcapasos implantados y de los DAI o para la evaluación de fármacos antiaarítmicos y antianginosos.
Preparación para la prueba
Según explican los expertos, la colocación del Holter es bastante sencilla. Únicamente es necesario colocar en el tórax del paciente varios electrodos que están conectados a una grabadora digitalizada del tamaño de un teléfono móvil.
Por lo demás, el paciente solo tiene que mantener su actividad habitual durante ese día. Es importante que durante el tiempo que el paciente esté monitorizado mantenga su rutina cotidiana sin limitaciones, ya que el objetivo es ver cómo se comporta el corazón durante su actividad normal. Si percibe algún síntoma durante el tiempo que lleva el Holter, como palpitaciones, latidos irregulares, mareos o dolor en el pecho, puede apuntar la hora y trasladar la información a su médico, lo que permite correlacionar síntomas con los datos encontrados en el registro de 24 horas.
Una vez transcurrido el tiempo de registro, el paciente debe regresar a la consulta para retirar el dispositivo y que el médico descargue los datos que ha recogido la grabadora en un ordenador. De esa forma, el cardiólogo obtiene la información que necesita para comprobar cómo es la frecuencia cardiaca y si hay alteraciones del ritmo del corazón.
¿Y si los síntomas son esporádicos?
Cuando los síntomas que han llevado al paciente a la consulta del cardiólogo son muy esporádicos, es posible que el Holter no detecte ninguna anomalía a pesar de que sí exista. En esos casos se puede utilizar un Holter implantable, que se coloca bajo la piel con anestesia local en el punto de inserción, y se mantiene ahí durante semanas, hasta que se produzca la incidencia. En el momento en que esta aparezca, el paciente tendrá que acudir a su cardiólogo para que recoja los datos del episodio mediante un programador.
Es un dispositivo unos 5 o 6 cm. de largo y menos de 1 cm. de grosor que se implanta en el pecho, debajo de la piel, concretamente en la parte superior del tórax, no muy lejos del corazón, para garantizar la calidad del registro de la actividad cardíaca. La implantación del monitor es un procedimiento sencillo que no requiere ingreso y que dura de 15 a 20 minutos.
Se pueden realizar las actividades normales de la vida diaria, también nadar y practicar ejercicio, con el monitor cardiaco sin temor a dañarlo. Los arcos de seguridad del aeropuerto no deben interferir con el monitor cardíaco subcutáneo. Sin embargo, es posible que se detecten los componentes metálicos y se dispare la alarma. Por eso puede ser necesario presentar la tarjeta de identificación del dispositivo y solicitar una exploración manual en lugar de pasar por los arcos de seguridad.
La vida útil del monitor cardiaco subcutáneo es aproximadamente de dos años. Si después de este período no se han detectado arritmias y se decide su retirada, ésta deberá hacerse en quirófano con una intervención menor que no requiere ingreso.