La dislipidemia es la concentración anormal de lípidos y lipoproteínas en la sangre (las grasas y las proteínas encargadas de su transporte). Los altos niveles de LDL (colesterol malo) y triglicéridos y los niveles bajos de HDL (colesterol bueno) se han vinculado al desarrollo de enfermedad cardiovascular (infarto de miocardio, angina de pecho, ICTUS...) y se producen como consecuencia de alteraciones genéticas, otras enfermedades o hábitos de vida no saludables (mala alimentación y escaso ejercicio físico).
La dislipidemia es la concentración anormal de lípidos y lipoproteínas en la sangre (las grasas y las proteínas encargadas de su transporte). Los altos niveles de LDL (colesterol malo) y triglicéridos y los niveles bajos de HDL (colesterol bueno) se han vinculado al desarrollo de enfermedad cardiovascular (infarto de miocardio, angina de pecho, ICTUS...) y se producen como consecuencia de alteraciones genéticas, otras enfermedades o hábitos de vida no saludables (mala alimentación y escaso ejercicio físico).
La actividad física tiene importantes efectos beneficiosos para los pacientes que sufren de alguna dislipemia tanto por su efecto en los niveles de lípidos plasmáticos como por muchos otros efectos beneficiosos que influyen en el riesgo cardiovascular.
El ejercicio ideal
El ejercicio ideal es muy similar al que debe realizar cualquier persona sana pero poniendo un énfasis especial en la pérdida de peso cuando haya sobrepeso u obesidad y dando prioridad al ejercicio de tipo aeróbico.
Se recomienda realizar ejercicio aeróbico (caminar, correr, andar en bicicleta...) durante 5 o más días a la semana para aumentar el gasto de calorías, trabajando a intensidades moderadas o incluso altas: Interesa intentar prolongar las sesiones desde un mínimo de 30 minutos hasta incluso más de 50 minutos. El objetivo debería de ser acumular un mínimo semanal de 250 minutos de ejercicio.
Para un programa integral de ejercicio físico es muy adecuado añadir ejercicios de fortalecimiento muscular y flexibilidad. Lo ideal es seguir programas individualizados y guiados por profesionales, sobretodo al principio.
Beneficios de la práctica deportiva
El ejercicio físico produce cambios favorables en los niveles de lípidos de la sangre con una relación dosis respuesta. El cambio más llamativo suele ser el aumento del colesterol HDL. Pero además, el ejercicio físico ayuda a controlar el peso corporal y mejora la composición corporal; ayuda a controlar otros factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, diabetes...); mejora el control del estrés, la ansiedad y los síntomas de depresión. Tiene muchos otros efectos beneficiosos en el funcionamiento del aparato cardiovascular, y a otros niveles, que lo convierten en un potente elemento de prevención de muchas enfermedades.
Qué precauciones tomar
Por su asociación con la enfermedad cardiovascular, su médico podría considerar oportuno realizar una valoración previa a comenzar un programa de ejercicio físico, sobre todo en los casos en que coexistan otros factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, diabetes, tabaquismo o antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular en familiares jóvenes).
Un deportista, por el simple hecho de realizar actividad física regular, no debe pensar que sus cifras de colesterol estarán bien controladas. En ocasiones existen dislipemias familiares o genéticas y puede ser aconsejable realizarse una analítica siguiendo las recomendaciones de su médico. Ojo: el colesterol malo no se compensa con el bueno si está elevado.
Como siempre, un elemento muy importante en la prevención de complicaciones cardiovasculares relacionadas con la actividad física es un programa de ejercicio progresivo en intensidad y minutos semanales hasta alcanzar los objetivos.