Las condiciones laborales o el sueldo de los empleos que nos toca desempeñar no siempre son los más favorables para disfrutar de nuestro trabajo. Y eso genera estrés. Pero también es cierto que muchas veces esa ansiedad viene provocada por una visión errónea de nuestra misión o de nuestra propia capacidad para ejecutar ese empleo. Controlar ese rol es determinante para ganarle la partida.
No es nuevo, pero sí está más presente. El estrés laboral se ha convertido en un caballo de batalla para muchas empresas, empresarios y trabajadores de nuestra sociedad. Un estrés que en muchos casos viene provocado por factores externos y que, en muchos otros, nace de nuestra incapacidad para afrontar problemas, tomar decisiones, fragmentar las tareas en horarios y separar nuestra vida personal de la profesional. Cuando eso sucede, nosotros mismos tenemos la llave de la solución, aunque para encontrarla tengamos que abrir varias puertas.
Lo primero, un autodiagnóstico No hay una ciencia exacta para identificarlo, pero la irritabilidad, los problemas de sueño, la falta de apetito o el desinterés por la sexualidad pueden darnos pistas. Una vez identificado, es el momento de averiguar las causas y analizar si la interpretación de nuestra misión laboral es la correcta. “Debemos interpretar las situaciones y los problemas de la manera más adaptativa posible, y no magnificar la probabilidad de que vaya a ocurrir lo peor, como que nos despidan o tengamos tareas que no vamos a ser capaces de asumir”, recomienda Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS).
De lo contrario corremos el riesgo de sufrir ansiedad, que va a derivar en más estrés, lo que nos va a hacer no parar, trabajar más, cansarnos más, cometer errores, agobiarnos y entrar en una rueda de la que es complejo salir.
Confíe en su capacidad de respuesta
Para evitar entrar en esa rueda, Cano aconseja no minimizar nuestras posibilidades y confiar en nuestra capacidad de respuesta: “El ‘yo no puedo’ genera estrés”. De ahí que también recomiende contar el problema que se está viviendo para que alguien, ya sea de nuestro entorno profesional o personal, pueda ayudarnos. También hay que procurar que ese problema no esté constantemente en nuestra cabeza. “No tenemos que estar siempre rumiando las preocupaciones y las amenazas. Basta con hacer las cosas cuando podemos hacerlas, y cuando no, pasar a otra cosa”, afirma. Es ahí cuando llega el turno de afrontar el o los problemas y tomar decisiones al respecto.
Tome decisiones y ejecútelas
En esta fase no basta solo con tomar decisiones. Para que liberemos estrés lo importante es ejecutarlas. “No debemos postergar lo que nos preocupa o asusta en nuestro puesto de trabajo, sino afrontarlo y hacerlo lo antes posible. Si lo postergo, el fantasma de hoy mañana será mucho más grande”, advierte el experto. Eso sí, en este proceso también debemos economizar recursos, por ejemplo sabiendo parar cuando no damos más de sí, y dejar algo para el día siguiente, procurar no hacer muchas cosas a la vez de forma desordenada y agitada, ya que “eso desgasta más”, y no afrontar los problemas laborales consumiendo sustancias psicoactivas como pastillas para dormir, alcohol o antidepresivos. Y es que, según Cano, la mejor receta contra el estrés laboral no son los medicamentos, sino el ejercicio físico. “Son mejores los remedios de toda la vida o trabajar nuestra respiración que los fármacos”.
Aprenda a decir ‘no’
Si hecho todo lo anterior vemos que nuestra carga de trabajo es de por sí excesiva, entonces deberemos aprender a ser asertivos en nuestras relaciones con otras personas de nuestro entorno laboral. “Debemos saber decir no a demandas irracionales para defender nuestros derechos y pensamientos sin perder la comunicación con los demás, ni el apoyo social. Debemos ser empáticos pero también hemos de saber defender lo nuestro”, explica Cano. Así podremos encontrar el equilibrio entre el cansancio y el reposo. “No somos ni Superman ni ningún otro superhéroe, y si no encontramos el equilibrio entre nuestras posibilidades y nuestro descanso, el estrés pasará factura”.
Redescubra su pasión por el trabajo
Si somos capaces de encontrar ese equilibrio, también nos resultará más fácil volver a apreciar un trabajo que en su día nos resultaba atractivo y no sentíamos que se nos quedaba pequeño o grande: “Hemos de buscar el sentido de nuestro trabajo y desechar las emociones negativas que nos producen malestar o una activación que nos podríamos ahorrar para sentirnos menos agotados, forzar menos la máquina, tener menos estrés, menos ansiedad y menos malestar psicológico”.
Desconecte su vida del trabajo
Otro de los remedios reside en hacer una redistribución de la importancia que damos a nuestras distintas parcelas: trabajo, familia, amigos, pareja... Conseguiremos quitar tiempo, al menos de reflexión, a nuestro trabajo para dárselo a otras facetas de nuestra vida. El presidente de SEAS también aconseja fabular o soñar despierto en el sentido positivo de las cosas para generar bienestar. “Si lo haces bien, permítete soñar, fabular y producir emociones anticipando cosas positivas, lo que te ayudará a generar bienestar”, sostiene. Si somos capaces de hacerlo estaremos, de una cierta forma, dulcificando nuestro entorno. Algo para lo que las empresas también hande aportar su granito de arena facilitando cursos de formación o fomentando actividades entre compañeros para que hagan equipo.
Artículo publicado por gema Boiza en el Nº 121 de Salud y Corazón.