Cada 20 minutos se produce un caso de muerte súbita en España. Y en muchos de ellos la salvación estaría al alcance de la mano si hubiese un desfibrilador cerca. De ahí que la FEC abogue por la instalación de más dispositivos de este tipo en lugares públicos.
Los supervivientes de una parada cardiaca que son tratados con un desfibrilador externo automático (DEA) tienen un mejor pronóstico que los que han sido atendidos por un equipo dentro de un hospital. Así lo asegura un estudio realizado por los hospitales Vall d’Hebron de Barcelona y Germans Trias i Pujol de Badalona tras analizar los resultados de los pacientes ingresados por esta causa en ambos centros durante siete años. Teniendo en cuenta que el 80 por ciento de los casos tiene lugar fuera del ámbito hospitalario, solo es posible auxiliar a estas personas, de forma inmediata, a través de este tipo de dispositivos que pueden ser utilizados por personal no sanitario.
Pero a pesar de su efectividad sigue siendo uno de los mecanismos menos utilizados. El 82% de los pacientes fue tratado por una unidad de emergencias médicas y tan solo el 18% de los casos fueron auxiliados in situ por un desfibrilador instalado en un lugar público. La doctora Agnés Rafecas, una de las autoras de este estudio y miembro de la Sociedad Española de Cardiología, asegura que los pacientes atendidos con un DEA han respondido mejor a las órdenes de los especialistas y presentaban reflejos más claros gracias a la inmediatez de la atención.
Pero la principal diferencia entre ambos casos se encuentra en la tasa de mortalidad hospitalaria, bastante superior en los pacientes que han sido atendidos por una unidad de emergencias (34,4%) que los tratados con un desfibrilador de uso público (9,5%). Es importante que una persona que está sufriendo una parada cardiorrespiratoria reciba una atención rápida con un desfibrilador en un plazo máximo de cinco minutos.
Ante estos datos los especialistas creen que la rapidez es un factor esencial para aumentar el índice de supervivencia ante un paro cardiao. También alertan de que si no se actúa a tiempo «el daño neurológico es muy grave y las secuelas son irreversibles. La mayoría de los paros cardiacos extrahospitalarios, desafortunadamente, no sobreviven hasta llegar al hospital», afirma Rafecas. Para ello, es muy importante que los ciudadanos sepan reconocer qué está ocurriendo y cómo reaccionar ante una situación como esta.
En España, solamente 30 de cada 100 españoles sabrían realizar una reanimación. Por ello es imprescindible conocer de cerca unas nociones básicas sobre el uso de estos dispositivos y «es importante la sensibilización de los ciudadanos y la adquisición de unas nociones básicas sobre su uso a través de campañas dirigidas a toda la población, en el contexto del conocimiento sobre reanimación cardiopulmonar básica», añade Rafecas.
La rapidez, un factor clave
Si el uso de este tipo de desfibriladores se produce en los 3 minutos después del paro cardiaco, la supervivencia aumenta un 73% y si se utiliza en menos de 5 minutos, las posibilidades se incrementan hasta el 50%. Frente a los datos de uso actuales del DEA, es cierto que en los últimos años estos dispositivos se han extendido, sobre todo en los espacios más masificados donde un mayor número de individuos pueden beneficiarse, como es el caso de centros comerciales, puertos y aeropuertos comerciales, estaciones de autobuses y trenes, estaciones de metro muy transitadas, instalaciones deportivas y en establecimientos en los que se celebren o practiquen espectáculos públicos.
Pero en la actualidad los datos muestran que estos dispositivos no están tan generalizados. Solo 20 de cada cien establecimientos de gran concurrencia en España posee uno. De hecho, es el país de la Unión Europea con menos desfibriladores automáticos, a diferencia de países como Alemania o Francia.
La muerte súbita en España
Es probablemente uno de los mayores retos a los que se enfrenta la cardiología y una historia que, desgraciadamente, ocurre con bastante frecuencia en España. La muerte súbita ocurre una vez cada 20 minutos, es decir, unas 30.000 veces al año según los últimos datos. De esta cifra el paro cardiaco es el responsable de la gran mayoría de ellas y la causa más frecuente sigue siendo el infarto agudo de miocardio.
Artículo publicado por Carlos Lisbona en el Nº 123 de la revista Salud & Corazón.