¿Qué consecuencias tiene el consumo de aceite de palma? ¿Es perjudicial aunque sea un aceite de vegetal? Estas y otras preguntas similares forman parte del debate que se ha abierto en torno a un producto muy presente en la industria alimentaria.
La respuesta de los especialistas es que no todos los aceites y grasas vegetales son iguales, y por eso los efectos sobre la salud son diferentes. Unos nos ayudan a que nuestro organismo se mantenga en buen estado, mientras que otros producen el efecto contrario si se ingieren con frecuencia. Por eso es importante saber que aunque el aceite de palma es un aceite vegetal y el aceite de oliva virgen extra también lo es, sus características son muy diferentes.
El aceite de oliva virgen extra contiene un tipo de grasa saludable que incluso ayuda a reducir la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, según quedó comprobado en el estudio PREDIMED. Sin embargo, el aceite de palma sí puede tener efectos negativos para nuestro organismo si se consume en grandes cantidades.
Grasa de palma, aceite de palma y ácido palmítico
Al igual que no todos los aceites vegetales son iguales, tampoco todos los productos obtenidos del fruto de la especie Elaeis guineensis, conocida como palma africana o aceitera, son idénticos. Según explica la doctora Calle, coordinadora del Programa de Alimentación y Salud de la Fundación Española del Corazón (PASFEC) y profesora de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Complutense de Madrid, habría que distinguir entre grasa de palma, aceite de palma y ácido palmítico.
La grasa de palma, con bastante presencia en los alimentos procesados pero no solo en ellos, es un subproducto que tiene casi un 70% de grasa saturada. Es la principal razón por la que se aconseja restringir su consumo, ya que el exceso de grasa saturada resulta nocivo para la salud cardiovascular. Ese tipo de grasa aumenta los niveles de colesterol más que cualquier otra, además de que el exceso de grasas saturadas puede aumentar la biosíntesis de colesterol y tiene un efecto trombogénico, por lo que puede formar trombos en la sangre.
En cuanto al aceite de palma, se trata de un producto refinado con un 45% de ácido palmítico. Su característica principal es que al refinarlo deja de ser una grasa con propiedades beneficiosas porque pierde los antioxidantes. Por último, el ácido palmítico es un ácido graso saturado que fabrica el propio organismo y está presente en muchos alimentos, por ejemplo en la leche materna, en la manteca e incluso en el aceite de oliva en pequeñas cantidades. Su consumo no resulta perjudicial siempre que no superemos los 8 gramos al día. Sin embargo, si se supera esa cantidad incrementa los niveles de colesterol.
¿Debemos evitarlo?
Si el aceite de oliva virgen extra es beneficioso en términos generales para nuestro organismo y el aceite de palma no lo es, ¿por qué se usa tanto en la industria alimentaria el segundo y no el primero? Su principal atractivo es que resulta más económico además de su maleabilidad -se utiliza para dar consistencia y untuosidad- y que permite alargar la vida útil de los productos evitando su deterioro visual. Sin embargo, como explican los especialistas su consumo en altas cantidades no es beneficioso, además de que la producción de este aceite se concentra en países tropicales y su cultivo y fabricación está generando problemas medioambientales.
En cuanto a lo que se consideran “grandes cantidades”, la Federación Española de Sociedades Científicas de Nutrición, compuesta por científicos de reconocido prestigio tanto en España como fuera de nuestro país, indica que no se recomienda que el total de grasas saturadas supere el 10% del total calórico. Tomar un snack de manera esporádica no afectará por sí sólo a la salud cardiovascular; pero si se consumieran con frecuencia sí podría hacerlo. “Lo importante es seguir de manera habitual una dieta variada y equilibrada, utilizando como principal fuente de grasa el aceite de oliva virgen y virgen extra, y practicar ejercicio físico”, explica la doctora Calle.