Las vacaciones son la época perfecta para hacer todo lo que no podemos hacer el resto del año: viajar, trasnochar de vez en cuando, multiplicar las comidas fuera de casa con amigos y familia, disfrutar del sol... Y en su justa medida, la salud cardiovascular no tiene por qué resentirse. Sin embargo, sí es conveniente tomar algunas precacuciones para que olvidarnos de la rutina del resto de año no nos pase factura.
Se trata de tener en cuenta que hay ciertos excesos que es mejor mantener controlados. Estas cinco pautas pueden ayudarnos a seguir cuidando de nuestro corazón en verano.
Viajes: ¿a dónde ir y en qué medio? Los pacientes cardiacos pueden elegir el destino vacacional que prefieran teniendo únicamente en cuenta que es preferible evitar países con temperaturas extremas, ya que esa circunstancia puede añadir tensión adicional al corazón. De igual forma, los países con una altura por encima de los 2.000 metros pueden afectar a quienes tienen alguna patología cardiovascular porque cuanta más altitud haya sobre el nivel del mar, menos oxígeno habrá en el aire, y consecuentemente, menos oxígeno en la sangre, lo que se traduce en que si el corazón está dañado tendrá que trabajar más.
Por último, los destinos aislados, sin atención médica de calidad, también pueden suponer un problema. En especial para pacientes anticoagulados que deben mantener sus controles de protombina o INR. Una opción es elegir un destino con atención médica en la misma zona dejando los lugares aislados para excursiones de día.
En cuanto al medio de transporte, podemos viajar en el que prefiramos pero siempre teniendo en cuenta que los trayectos largos en avión aumentan el riesgo de sufrir el síndrome de la clase turista, un síndrome caracterizado por una trombosis venosa profunda en las venas de las piernas que podría ocasionar un tromboembolismo pulmonar y que se puede producir por permanecer inmóvil en un lugar reducido y con limitaciones de movimiento durante un período prolongado de tiempo. Por ello conviene parar a estirar las piernas si vamos en coche o levantarse al menos una vez cada hora y caminar un poco si vamos en avión, tren o barco. También es conveniente que las personas con alto riesgo utilicen medias o calcetines de compresión elástica y que tomen una pastilla de ácido acetilsalicílico antes de iniciar el viaje y repetirlo si fuese necesario cada 24 horas.
No olvidar la medicación. Hacer algo todos los días a la misa hora facilita que lo incluyamos en nuestra rutina, por eso en casa no solemos olvidarnos de tomar nuestra medicación. Sin embargo, cuando rompemos esa rutina y varía la actividad de cada día (las horas a las que comemos y dormimos, por ejemplo), es fácil que tengamos algún que otro despiste con el tratamiento farmacológico que seguimos. En especial si disfrutamos de las vacaciones en un país con diferencia horaria. Por eso es buena idea ponerse alarmas en el móvil, al menos los primeros días, o usar cualquier otro sistema que nos recuerde a qué hora debemos tomar la medicación.
Cuidado con el calor. Las principales causas de mortalidad durante las olas de calor se relacionan con las enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares y respiratorias. Es la razón de que no convenga que pasemos mucho tiempo expuestos al sol en las horas centrales del día, cuando aumentan las probabilidades de deshidratarse, acentuándose el riesgo cardiovascular en quienes son propensos a los problemas circulatorios o arteriales. Tampoco es recomendable practicar ejercicio al aire libre en condiciones de mucho calor y humedad, ya que el corazón tiene menor capacidad de reserva para eliminar el calor del cuerpo y puede sobrecargarse.
Precauciones con el alcohol. Las buenas costumbres no tienen por qué desaparecer en vacaciones, y por eso se aconseja mantener una alimentación sana y equilibrada igual que el resto del año. En esta época suele aumentar el consumo del alcohol, especialmente entre los jóvenes pero también los más mayores cometemos más excesos, y es uno de los aspectos a vigilar. Según los especialistas, la ingesta excesiva y brusca de bebidas alcohólicas puede provocar trastornos en el ritmo cardíaco y un cierto grado de insuficiencia contráctil, lo que se viene denominando "corazón en vacaciones".
El descanso, un aliado necesario. Aunque el objetivo de la mayoría al coger vacaciones sea descansar, es frecuente que acabemos haciendo todo lo contrario. Solemos acostarnos más tarde y llevar una rutina algo más desordenada, lo que puede traducirse en menos sueño nocturno. Algo que no resulta beneficioso para nuestra salud cardiovascular. La falta de sueño aumenta los niveles en sangre de las hormonas del estrés, lo que incrementa la tensión arterial y la frecuencia cardiaca.