Ingredientes naturales, agua caliente y un rato libre para disfrutarlas. Las infusiones ayudan a cuidar nuestro corazón. En este artículo te contamos cómo.
Dice la leyenda que el origen del té se remonta al 2.737 a.C., cuando el emperador chino Sheng Nung bebió de un agua en la que habían caído hojas de un arbusto bajo el cual descansaba. El mandatario encontró su sabor delicioso y, con el tiempo, comprobó que tenía propiedades vigorizantes y beneficiosas para la salud y, a partir de ahí, comenzó a dispararse su popularidad como manantial de salud.
Hoy en día, encontramos en el mercado multitud de infusiones porque, en pleno siglo XXI, cada vez se valoran más. Nuestra curiosidad nos ha llevado a descubrir las propiedades que determinadas plantas tienen para nuestra salud. En el caso del corazón, hay algunas especialmente recomendadas para prevenir todo tipo de dolencias y alteraciones de nuestra salud cardíaca. Aunque siempre deben tomarse tras consultar con un especialista médico para evitar posibles contraindicaciones.
Té verde. Japón tiene una incidencia mucho menor de enfermedades cardíacas que el mundo occidental. Una de las razones parece ser, según diversos estudios, su mayor consumo de té verde, rico en flavonoides. Una investigación de la Universidad nipona de Saitama descubrió un menor número de ataques al corazón entre los bebedores de té verde.
Espino blanco. Este arbusto, que puede llegar a medir cinco o seis metros de altura, es una planta considerada cardiotónica, o, dicho de otra manera, buena para el funcionamiento del corazón. Sus hojas y flores se emplean para elaborar infusiones que tienen un efecto vasodilatador y también relajante para el sistema nervioso.
Hoja de olivo. Si a partir de sus frutos se obtiene el aceite de oliva, piedra angular de la dieta mediterránea, sus hojas son la base de infusiones con numerosas propiedades. Además de resultar antioxidante y sus efectos contra el envejecimiento, ha demostrado su capacidad de disminuir la presión arterial y dilatar las arterias coronarias, lo que permite ayudar a prevenir infartos.
Limón y miel. Esta clásica infusión, además de ser un gran apoyo en procesos gripales, es una gran aliada para el corazón. La clave está en la miel, que mejora el riego coronario.
Romero. Esta planta, originaria del Mediterráneo, lleva siglos siendo usada como remedio para todo tipo de dolencias, además de aprovecharse para uso culinario. Las infusiones de romero tienen importantes propiedades antiinflamatorias, lo que ayuda a mejorar el aparato circulatorio. Tomar una taza al día contribuye a que el corazón funcione preciso como un reloj suizo.
Melisa. El médico árabe Avicena ya destacaba sus beneficios para la salud, asegurando que era capaz de “alejar la tristeza”. Inconfundible por el olor cítrico de sus hojas, la melisa es una planta con unas poderosas propiedades sedantes, capaz de restablecer el ritmo normal del corazón, evitando la aparición de palpitaciones o arritmias derivadas de un desequilibrio nervioso. Además, con frecuencia se usa también en infusiones para mejorar la calidad del sueño.
Cola de león. Su nombre en latín, leonurus cardiaca, ya da pistas sobre su capacidad para mejorar el funcionamiento del corazón con múltiples efectos beneficiosos. No solo permite regular la presión arterial gracias a su efecto vasodilatador, sino que está recomendada para evitar taquicardias o prevenir anginas de pecho.
Texto publicado por Javier Sánchez en el Nº 124 de la revista Salud & Corazón