Cada año se producen en nuestro país alrededor de 30.000 casos de muerte súbita cardiaca, y se estima que las posibilidades de supervivencia sin secuelas a una parada cardiaca extrahospitalaria oscilan entre el 5 y el 10%. Una adecuada y rápida actuación, hasta que lleguen los servicios de emergencia, resulta fundamental porque, en una situación como esa, cada segundo cuenta.
Si presenciamos una parada cardiorrespiratoria y estamos acompañados, lo primero es decirle a nuestro acompañante que llame al 112 e iniciar inmediatamente las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) sin dejar de dar el masaje cardiaco hasta que llegue una ambulancia con un desfibrilador. Ese masaje cardiaco es el que puede mantener con vida a la persona que haya sufrido la parada hasta que llegue el equipo sanitario. Para realizarlo tan solo hay que descubrir el pecho y comenzar las compresiones en el esternón, a la altura del centro del pecho, presionando hacia abajo unos cinco centímetros, con una frecuencia de entre 100 y 120 compresiones por minuto. Es importante mantener las manos cruzadas para hacer más fuerza y realizar las compresiones con los brazos estirados ejerciendo esa fuerza hacia abajo. Cada 5 compresiones se debe intercalar respiración asistida bien por el boca a boca (interponiendo un pañuelo entre las bocas) o bien mediante una mascarilla con compresor o por intubación orotraqueal.
Incluso aunque nunca se hayan realizado maniobras de RCP, los especialistas aseguran que es mejor actuar que no hacerlo: se calcula que cuando una persona sufre un paro cardiaco, sus posibilidades de supervivencia disminuyen un 10% cada minuto que pasa si nadie inicia la reanimación cardiopulmonar.
Cuando hay un desfibrilador
En caso de que haya desfibrilador, lo más recomendable es usarlo siguiendo las instrucciones de la locución del propio dispositivo. La máquina detecta si hay o no ritmo cardiaco, y en caso de que no lo haya indica lo que hay que hacer mientras llega la asistencia médica, empezando por la colocación de los electrodos en el pecho. Los desfibriladores están diseñados para que puedan ser usados por todo tipo de personas, incluso sin preparación previa, por lo que solo hay que seguir unas sencillas instrucciones.
En España la supervivencia tras una parada cardiorespiratoria asistida fuera del hospital oscila entre un 5 y un 10%. Podría aumentar al 15% si se practican las maniobras de RCP e incluso alcanzar el 30% si además hay un programa de desfibriladores en el área, lo que significarían entre 4.500 y 9.000 muertes menos al año sólo en nuestro país.