¿Cambia la vida después de un infarto? Es la pregunta que se hacen la mayoría de los pacientes. Según los cardiólogos, el contenido de la respuesta depende de los propios pacientes. Si se implican en su rehabilitación, modificando los hábitos menos saludables y siguiendo las orientaciones del equipo sanitario de rehabilitación cardiaca, podrán reincorporarse a su día a día con normalidad asegurándose las mejores condiciones de vida. Pero para lograrlo es clave que sea el propio paciente el que participe en su recuperación.
Con esa idea nacieron los programas de rehabilitación cardiaca, cuyo objetivo es mejorar la capacidad funcional y aliviar o disminuir los síntomas que pueda tener el paciente, además de enseñarle a mantener a raya los factores de riesgo cardiaco. Por eso debe comenzar lo antes posible, en el propio hospital tras el evento cardiovascular. Se recomienda, además de a los pacientes que hayan sufrido un infarto, a quienes han sido diagnosticados con angina de pecho o insuficiencia cardiaca.
¿Qué pasos seguir en la rehabilitación cardiaca?
En la primera fase, que tiene lugar durante la hospitalización, se trata de evitar el deterioro funcional. De forma progresiva, se procura que el paciente alcance antes del alta un nivel de actividad similar al que necesita para llevar a cabo tareas simples de autocuidado personal y movilización en el ámbito doméstico.
Ya en la segunda fase, que comienza tras el alta hospitalaria, se realiza el programa completo con las principales actividades, que incluyen:
- Sesiones formativas con información sobre los principales factores de riesgo, descripción de la enfermedad padecida, las terapias utilizadas, la importancia de la adherencia al tratamiento farmacológico y el control de afectaciones como las enfermedades psicológicas o el hábito tabáquico.
- Consultas de rehabilitación y fisioterapia para estudiar el estado físico del paciente, optimizando las medidas individuales a tomar para la recuperación física.
- Programa físico individualizado para la mejora funcional utilizando ejercicios tanto aeróbicos (bicicleta estática, cinta rodante…) como ejercicios más complejos interválicos en los que se realizan actividades más cercanas a la actividad del día a día de los pacientes.
- Consultas de cardiología para profundizar en el cumplimiento terapéutico y optimizar las terapias de cara a un mejor control de factores de riesgo y de la patología cardiaca que se padezca.
- Consultas de enfermería para analizar el estado basal del enfermo, sus hábitos de vida y su rol social y laboral. En ellas se insiste en las medidas a tomar para mejorar y controlar los factores de riesgo.
Por último, en la tercera fase, que comienza habitualmente transcurridos dos meses desde el inicio de la segunda fase, el objetivo es que el paciente aprenda a integrar hábitos saludables en su rutina para el resto de su vida. Además, en esta fase se realizarán controles médicos que pueden ser diferentes según las características de cada paciente.