Los hábitos que gran parte de la población mantiene a la hora de comer no están beneficiando a la salud cardiovascular. Un ejemplo es nuestra relación con la sal: consumimos hasta 50 veces más cantidad de sal que el hombre primitivo, y eso ha traído consigo consecuencias. “Prueba de ello es que en los países con un alto consumo de sal, como los del norte de Europa, el índice de hipertensión y de cardiopatía coronaria es muy elevado. Y por contraste, en ciertas regiones de la Amazonía donde no conocen la sal desconocen también la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares”, señalaba el Dr. José Luis Palma Gámiz, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón, en la conferencia sobre alimentación y salud cardiovascularcelebrada el pasado 11 de febrero en la Casa del Corazón en el marco de Gastrofestival.
No es la única forma en que hábitos poco saludables afectan a nuestra salud. Estos también están incidiendo en el incremento del número de personas con obesidad, otro importante factor de riesgo cardiaco. “De no cambiar nuestros hábitos, para 2030 se calcula que el 80% de los hombres y el 55% de las mujeres tendrán sobrepeso”, añadía el vicepresidente de la FEC, quien recordaba que el paciente obeso vive de promedio 10 años menos.
Por eso es esencial cuidar lo que comemos y cocinarlo de la forma más saludable posible. De esa forma contribuiremos a controlar factores de riesgo cardiaco como la diabetes, la hipertensión, los niveles elevados de colesterol o la obesidad. Un hábito que cada vez está más presente en los restaurantes. "Los cocineros somos parte importante de la salud pública. Por eso debemos tener la información y la formación para ofrecer una buena alimentación", señalaba el chef Joaquín Felipe Peira en la charla celebrada en la Casa del Corazón.
Pero es en casa donde habitualmente cocinamos, y desde ahí podemos hacer mucho por cuidar nuestra salud cardiovascular. Los expertos aconsejan seguir estas tres reglas para proteger nuestro corazón desde la cocina:
Elegir bien los productos en el mercado
Decantarnos por los productos de la temporada en la que nos encontramos, que se encuentran en el momento óptimo de consumo y aportan más beneficios; comprar tantos alimentos para comer en crudo como para cocinar, ya que según los nutricionistas lo ideal es que una de las dos comidas principales del día sea cruda y la otra, cocinada; y leer las etiquetas de los productos para escoger los productos bajos en azúcares refinados, grasas saturadas, grasas trans y sal, son las recomendaciones básicas a la hora de llenar la cesta de la compra.
Seguir el método del plato
Para saber qué cantidad deberíamos consumir de cada tipo de alimento, una buena idea es seguir este método: si dividiéramos un plato en tres porciones, de forma que una de ellas ocupara la mitad y las otras dos, un cuarto de plato cada una, tendríamos que rellenar esa mitad con verduras y hortalizas, un cuarto con proteínas (carne, pescado, huevos, legumbres...) y otro cuarto con hidratos de carbono como pasta, arroz o pan.
Vapor, cocción o plancha
La cocción y la cocina al vapor ayudan a mantener las propiedades de verduras y hortalizas, mientras que la fritura es la opción menos aconsejable nutricionalmente porque se pierde gran parte del valor de los alimentos. Por eso se recomienda que, en lo posible, optemos por la cocción o el vapor. En caso de que descartemos ambas es preferible elegir la plancha a la fritura. Además, para aprovechar todos los beneficios de las verduras, los expertos recomiendan tiempos de cocción corto