Más de la mitad de los españoles tiene el colesterol elevado. Son datos del estudio ENRICA, uno de las principales trabajos en alertar de que la situación en España es preocupante. Sin embargo, y a pesar de que esa advertencia lleva años realizándose, no conseguimos reducir las cifras tanto como deberíamos. Ni siquiera entre quienes han pasado por un infarto o una angina de pecho.
Es la conclusión de otra investigación, esta de la Agencia de Investigación de la Sociedad Española de Cardiología (AISEC) y publicada hace unos meses en Revista Española de Cardiología (REC), en la que se averiguó que hasta un 40% de los pacientes no cumple el objetivo de reducir los niveles del llamado colesterol “malo” (cLDL) por debajo de los 70 mg/dl tras haber sufrido un síndrome coronario agudo.
De hecho, si se realizara hoy este estudio, el porcentaje de pacientes por encima de las cifras recomendadas sería seguramente aún mayor. La razón es que los datos corresponden a 2018, y se tomaron como referencia las recomendaciones de la Guía Europea de Dislipemia de 2016, que situaba en menos de 70 mg/dl el objetivo de colesterol LDL para pacientes que habían sufrido previamente un síndrome coronario agudo. Sin embargo, una nueva guía publicada en 2019 redujo aún más las cifras recomendadas para este grupo de población, poniendo como límite máximo 55 mg/dl.
En cuanto a la población que no padece enfermedad cardiovascular, las cifras recomendadas son de menos de 200 mg/dl en cuanto a niveles de colesterol total, menos de 100 mg/dl de LDL y más de 35 mg/dl en el hombre y 40 mg/dl en la mujer de HDL.
¿Por qué es son tan importantes estas cifras?
El colesterol es una sustancia grasa natural necesaria para el normal funcionamiento del organismo. Pero cuando sus niveles se disparan ponemos en riesgo nuestra salud porque se multiplican las posibilidades de sufrir un infarto de miocardio. Es así porque, cuando las células son incapaces de absorber todo el colesterol que circula por la sangre, el sobrante se deposita en la pared de las arterias, contribuyendo a su progresivo estrechamiento y originando lo que se conoce como ateroesclerosis. De no reducir nuestros niveles de colesterol, ese sobrante depositado en las arterias va acumulándose especialmente en las arterias coronarias, las que irrigan los miembros inferiores e incluso en las arterias que irrigan el cerebro, hasta el punto de poder crear una placa que llegue a obstruir las arterias.
Cuando se produce esa obstrucción de forma parcial a nivel de las arterias del corazón, los síntomas que presenta el paciente son los de una angina -dolor en el pecho sobre todo cuando hacemos esfuerzos aunque también puede aparecer en reposo-. Pero si se trata de una obstrucción total de forma aguda puede provocar un infarto agudo de miocardio. Y cuando esas placas afectan a los vasos que van al cerebro el resultado son accidentes cerebrovasculares o ictus.
¿Cómo lograr reducir nuestros niveles de colesterol?
Los excesos nunca son buenos aliados. Como adelantábamos hace unos días, durante las celebraciones navideñas, cuando solemos consumir comidas con mayor contenido en grasas saturadas e ingerir más alcohol, aumentan nuestros niveles de colesterol. Además, habitualmente espaciamos más las rutinas deportivas, lo que también influye en el incremento de los niveles de colesterol total.
Por el contrario, mantener una alimentación variada y equilibrada, basada en la dieta mediterránea, y practicar ejercicio de intensidad moderada de forma regular son las dos claves para mantener a raya las elevadas cifras de colesterol. Por un lado, las grasas de la dieta mediterránea provienen fundamentalmente de los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados presentes en el pescado y los aceites de oliva, por lo que no son nocivas. También es importante el consumo de vegetales, legumbres, cereales, hortalizas y frutas. Y en cuanto al ejercicio, es la única manera que tenemos de aumentar el HDL o colesterol bueno, ya que no existen fármacos para ello. Al mismo tiempo, ayuda a reducir el LDL (colesterol malo) y los niveles de triglicéridos. Por eso es buena idea caminar, correr, coger la bicicleta o nadar a intensidad moderada al menos tres veces a la semana durante una hora, aunque si podemos aumentar la frecuencia, mejor.