La American Heart Association estima que una de cada cinco personas mayores de 40 años padecerá insuficiencia cardiaca a lo largo de su vida. Sin embargo, esas cifras podrían reducirse si se aplicara la herramienta más efectiva contra esta enfermedad: la prevención. Y es que, según los expertos, en el 80% de los casos se puede prevenir.
Para conseguirlo, la base fundamental es seguir un estilo de vida saludable que incluya ejercicio frecuente, además de seguir la dieta mediterránea consumiendo fruta, verduras, legumbres y pescado y reduciendo los alimentos grasos y el consumo de sal. Igualmente es clave evitar el alcohol, reducir el consumo de azúcares y sal y controlar factores de riesgo como la hipertensión arterial, niveles elevados de colesterol, la obesidad y la diabetes.
¿Qué es la insuficiencia cardiaca?
Cuando el corazón no es capaz de cumplir adecuadamente su función estamos hablando de insuficiencia cardiaca. Ocurre si alguna estructura del corazón, ya sea el músculo, las válvulas o el pericardio, está dañada, lo que provoca que el corazón no bombee la sangre adecuadamente. Hay dos tipos: la insuficiencia cardiaca crónica, que es la más frecuente y cuyos síntomas se manifiestan con lentitud a lo largo del tiempo y va empeorando de forma paulatina; y la insuficiencia cardiaca aguda, que aparece repentinamente, en muchas ocasiones tras un infarto, y los síntomas son graves.
Habitualmente, la insuficiencia cardiaca se manifiesta acompañada de algunos de estos síntomas:
- Falta de aire con los esfuerzos o al acostarse (en ocasiones, al estar acostado se presenta tal sensación de ahogo que el paciente se ve obligado a levantarse y dormir sentado).
- Fatiga. Suele producir un cansancio anormal por esfuerzos que antes no lo causaban. La sangre no llega adecuadamente a los músculos y se provoca una situación de fatiga muscular.
- Hinchazón en piernas, tobillos y/o abdomen. La insuficiencia puede provocar que el flujo de sangre a los riñones no sea suficiente, y por eso se produce retención de líquidos por disminución de la orina. Esta hinchazón suele localizarse en las piernas, los tobillos o el abdomen.
- Pulso irregular.
- Adinamia o falta de fuerza generalizada.
- Palidez de piel y de mucosas (por mala circulación y anemia).
- Trastornos digestivos (flatulencia, digestiones lentas, hígado congestivo, ascitis...).
- Aumento de peso (por la retención de líquidos).
- Disminución del volumen de orina.
¿Cómo se trata?
Además de llevar un estilo de vida saludable, existen diferentes tipos de fármacos que pueden ayudar a controlar la insuficiencia cardiaca. Entre ellos, vasodilatadores, betabloqueantes, diuréticos y anticoagulantes.
En caso de que el cardiólogo lo considere necesario, es posible que recomiende dispositivos implantables como marcapasos, resincronizadores o desfibriladores. Se trata de corregir alteraciones del ritmo cardiaco y mejorar la eficiencia de la contracción del corazón a través de impulsos eléctricos, que es la función de estos dispositivos.
Por último, también es posible que sea necesaria una intervención. Entre las opciones se encuentran la angioplastia primaria, que reduce las consecuencias de un infarto agudo, el reemplazo de válvulas cardiacas, y en casos graves, trasplante cardiaco o implante de asistencias ventriculares (sistemas mecánicos portables para bombear la sangre en sustitución del corazón).