Dormir es una necesidad para nuestro organismo, pero no siempre la satisfacemos como deberíamos. La dificultad para conciliar el sueño o para mantenerlo es uno de los problemas con los que tiene que lidiar gran parte de la población, y una muestra de ello es que la falta de sueño afecta al 36,2% de quienes residen en España, como recoge la Encuesta de Salud de la Fundación Española del Corazón presentada recientemente. Una realidad que no solo se puede traducir en mayor cansancio y problemas para concentrarse durante el día, sino que afecta directamente a la salud cardiovascular. Concretamente se asocia con el riesgo de que aparezca insuficiencia cardiaca.
Es una de las conclusiones del estudio Insomnia symptoms and incident heart failure: a population-based cohort study, publicado hace unas semanas en European Heart Journal. Como explica el doctor José Juan Gómez Diego, cardiólogo en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, en el blog de la Sociedad Española de Cardiología, los autores analizaron los datos de 12.761 personas incluidos en el Health and Retirement Study, un estudio diseñado para obtener una muestra representativa de la población de más de 50 años de Estados Unidos. El resultado fue que “tanto la dificultad de iniciar el sueño como la dificultad de mantenerlo, el despertar temprano en la mañana y la sensación de sueño no reparador se asociaron con un riesgo significativamente mayor (1,2 veces) de desarrollar insuficiencia cardiaca en comparación con los pacientes sin insomnio”, señala.
El doctor Gómez Diego recuerda que el insomnio se asocia con la presencia de hábitos de vida no saludables, como una dieta poco equilibrada o la ausencia de actividad física. “Pero a su vez, produce un estado de hiperactivación anormal en la noche y un deterioro del rendimiento durante el día que facilita mantener los malos hábitos”, explica en su artículo, en el que recuerda que la insuficiencia cardiaca es “un problema grave que reduce tanto la cantidad como la calidad de la vida de los pacientes”, y saber por qué se produce y cuáles son los factores de riesgo asociados es clave para prevenirla.
Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), más de cuatro millones de españoles sufren algún trastorno del sueño crónico y grave, por lo que no cumplen la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que aconseja que el sueño nocturno tenga una duración media de entre 7 y 8 horas para los adultos. Además, ese sueño debe ser reparador, para lo que es importante que la calidad del sueño sea alta, lo que significa que las horas que durmamos debemos dormirlas sin interrupciones y profundamente.
Entre las rutinas que ayudan a lograr ese objetivo se encuentran procurar acostarse alrededor de la misma hora para acostumbrar al organismo a una rutina horaria con la que resulta más fácil descansar; intentar evitar el consumo de productos estimulantes como el chocolate, el cacao, la cafeína y la teína poco antes de ir a la cama; cenar de forma ligera al menos un par de horas antes de irse a dormir y practicar ejercicio con frecuencia pero preferiblemente también unas horas antes de acostarse, ya que realizarlo a última hora del día eleva la temperatura de nuestro cuerpo y puede dificultar el sueño.