El pescado es una buena fuente de vitaminas, de minerales como el yodo y también de aminoácidos que no somos capaces de poder sintetizar en nuestro organismo, por lo que tenemos que ingerirlos a través de la dieta. Además, los pescados contienen un tipo de ácidos grasos, concretamente los ácidos grasos omega 3, que son los encargados de estabilizar el metabolismo de las grasas y disminuir los niveles de colesterol LDL, el llamado colesterol “malo”, e incrementar los niveles de colesterol HDL, el conocido como colesterol “bueno”.
De ahí que se recomiende consumir unas tres o cuatro raciones de pescado a la semana, y que de ellas al menos dos sean de los pescados más ricos en omega 3, como son los pescados azules. Entre ellos se encuentran el arenque, la caballa, la sardina, el salmón, la trucha o el atún. Presentan mayor contenido graso y mayor cantidad de ácidos grasos omega 3 que los pescados magros o blancos, como la merluza o el bacalao.
En cuanto a la forma más saludable de consumirlos, tanto el horno como la plancha son buenas opciones. Para saber si está fresco el pescado que vayamos a adquirir está fresco, los expertos aconsejan que a la hora de comprar nos fijemos en que tenga los ojos claros y brillantes, muestre colores limpios y vivos, las agallas sean rojas, brillantes y sin mucosidad, las escamas sean tornasoladas y la carne firme, que es lo que caracteriza a los pescados frescos.
Si hablamos de pescados en conserva, lo ideal es que miremos el etiquetado antes de comprarlos y comprobemos que su contenido en grasa total no supere los 16 de cada 100 gramos, que la grasa saturada no supere los 1,5 de cada 100 gramos, que la cantidad de sodio alcance como máximo 1,12 de cada 100 gramos de sal, y que dentro de esa conserva la cantidad mínima de producto de pescado sea al menos del 55%.
Combinar el consumo de pescados con frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, evitando en lo posible tanto azúcares libres como grasas trans y limitando la ingesta de grasas saturadas en favor de las no saturadas, presentes además de en ellos en aguacates, frutos secos y aceite de oliva, contribuye a cuidar la salud cardiovascular. Si además practicamos ejercicio de forma frecuente y cuidamos nuestra salud emocional, aumentaremos nuestra protección contra las enfermedades cardiacas.