Como cada año, el 29 de septiembre se celebra el Día Mundial del Corazón, una ocasión para centrar la atención de la población en la importancia de prevenir las enfermedades cardiovasculares (ECV), que continúan siendo la primera causa de muerte en el mundo.
La buena noticia es que hasta el 80% de las muertes prematuras por ECV se podrían prevenir haciendo pequeños cambios en nuestro estilo de vida, como recomienda la campaña #PACTOSportucorazón. A través de esos cambios, además de ganar calidad de vida, estaremos cuidando la salud cardiovascular. Tres de los pilares para lograrlo son seguir una alimentación saludable, practicar ejercicio físico de forma frecuente y abandonar el tabaco.
En cuanto a los hábitos alimenticios, seguir una alimentación equilibrada como la basada en la dieta mediterránea nos ayudará a mantenernos en nuestro peso y a combatir factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes y los niveles elevados de colesterol. Especialmente si reducimos el consumo de sal, además del azúcar y las grasas saturadas.
La práctica de ejercicio físico de forma frecuente tiene un efecto similar, ya que contribuye a bajar las cifras de presión arterial, a controlar el peso y a mantener a raya el colesterol y el azúcar en sangre. Por eso se recomienda practicar al menos 150 minutos por semana de ejercicio aeróbico moderado o intenso o bien 75 minutos por semana de ejercicio vigoroso o un equivalente combinado.
Respecto al tabaco, fumar aumenta la presión arterial y la frecuencia cardiaca, además de contribuir a la ateroesclerosis, conocida como la enfermedad de las arterias. De ahí que una recomendación básica es no fumar, y evitar así que se descontrolen factores de riesgo que afectan a la salud cardiovascular.
Además, el bienestar emocional y la calidad del aire también juegan un papel fundamental en la salud cardiovascular. Concretamente, los niveles elevados de estrés aumentan el riesgo de sufrir un infarto, al igual que la depresión incrementa las posibilidades de padecer enfermedades coronarias. El insomnio también puede afectar directamente a la salud cardiaca. Tratar estos problemas para poder disfrutar de una buena salud emocional incide positivamente en la salud cardiovascular. Dormir bien, relajarse y mantener una actitud positiva son algunas de las herramientas que pueden ayudar a conseguirlo.
En cuanto a la contaminación atmosférica, se estima que puede estar relacionada con el 25% de todas las muertes por cardiopatía isquémica y el 24% de los fallecimientos por accidentes cerebrovasculares. Por eso, mejorar la calidad del aire resulta fundamental para la salud cardiovascular, para lo que se necesitan políticas que inviertan en ello. Pero, además, individualmente podemos intentar reducir el impacto de la contaminación en la salud cardiovascular caminando o yendo en bicicleta en lugar de conducir, evitando calles con tráfico; comprobando los niveles de contaminación atmosférica a través de aplicaciones móviles que indican cómo es la calidad del aire; y haciendo ejercicio regularmente en rutas verdes.