Los niveles de colesterol elevados son un factor de riesgo que podemos mantener a raya y, de esa forma, prevenir la enfermedad cardiovascular. Pero, ¿qué es el colesterol y por qué afecta a la salud de nuestro corazón?
Como explican los expertos, el colesterol es una sustancia grasa natural necesaria para el normal funcionamiento del organismo. Pero cuando sus niveles se disparan ponemos en riesgo nuestra salud porque se multiplican las posibilidades de sufrir un infarto de miocardio. La razón es que, cuando las células son incapaces de absorber todo el colesterol que circula por la sangre, el sobrante se deposita en la pared de las arterias. Y ello contribuye a su progresivo estrechamiento, originando lo que se conoce como ateroesclerosis.
En caso de que no reduzcamos nuestros niveles de colesterol, el sobrante que se va depositado en las arterias irá acumulándose especialmente en las arterias coronarias, las que irrigan los miembros inferiores e incluso en las arterias que irrigan el cerebro. En ese proceso se puede llegar a crear una placa que obstruya las arterias.
La obstrucción puede ser parcial a nivel de las arterias del corazón, en cuyo caso los síntomas que presenta el paciente son los de una angina -dolor en el pecho sobre todo cuando hacemos esfuerzos, aunque también puede aparecer en reposo-. Pero cuando se trata de una obstrucción total de forma aguda puede provocar un infarto de miocardio. En el caso de que esas placas formadas por el exceso de colesterol afecten a los vasos que van al cerebro, el resultado son accidentes cerebrovasculares o ictus.
Niveles considerados normales
En cuanto a las cifras consideradas habitualmente como adecuadas para pacientes sanos, los expertos cifran en menos de 200 mg/dl el colesterol total.
Sin embargo, existen dos tipos de lipoproteínas: de baja densidad (LDL), que se encargan de transportar nuevo colesterol desde el hígado a todas las células de nuestro organismo; y de alta densidad (HDL), que recogen el colesterol no utilizado y lo devuelven al hígado para su almacenamiento o excreción al exterior a través de la bilis. Al primero se le ha denominado, popularmente, “colesterol malo”. Por el contrario, el colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (cHDL) tiene funciones protectoras frente a la aterosclerosis.
De ahí que si se analizan estas lipoproteínas, la recomendación es que los pacientes con enfermedad cardiovascular tengan un cLDL inferior a 55mg/dl y las personas sin enfermedad cardiovascular ni factores de riesgo, menor a 100 mg/dl.
Cómo mantenerlo a raya
La clave para mantener los niveles de colesterol en la medida adecuada es seguir una alimentación variada y equilibrada, basada en la dieta mediterránea, y practicar ejercicio de intensidad moderada de forma regular.
Por un lado, las grasas de la dieta mediterránea provienen fundamentalmente de los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados presentes en el pescado y los aceites de oliva, por lo que no son nocivas. También es importante el consumo de vegetales, legumbres, cereales, hortalizas y frutas. Y en cuanto al ejercicio, es la única manera que tenemos de aumentar el HDL o colesterol bueno si lo practicamos de forma frecuente, ya que no existen fármacos para ello. Al mismo tiempo, ayuda a reducir el LDL (colesterol malo) y los niveles de triglicéridos.