Al igual que los demás músculos de nuestro cuerpo, el corazón sufre modificaciones cuando realizamos ejercicio físico de alta intensidad. Gracias a un estudio detallado se ha descubierto que existen diferencias en los cambios dependiendo del género y del tipo de actividad.
Los deportes de resistencia de alta intensidad, como el ciclismo o la natación, modifican algunas partes de nuestro corazón cuando le sometemos a un gran esfuerzo. Es una de las conclusiones de un estudio que ha llevado a cabo el Hospital Clínic de Barcelona. A través del ecocardiograma, que explora el corazón desde un punto de vista anatómico, estructural y funcional, se ha analizado el tamaño y el funcionamiento de las cavidades de nuestro corazón en dos momentos diferentes: “en una situación de reposo y en el instante de mayor esfuerzo al montar en bicicleta, analizando la morfología del ventrículo izquierdo y derecho y la funcionalidad a través de la técnica ecocardiográfica llamada speckle tracking”, según explica la doctora María Sanz de la Garza, cardióloga y una de las autoras de la investigación.
Las adaptaciones que realiza nuestro cuerpo frente al deporte son numerosas tanto a nivel periférico, las que se producen en el sistema circulatorio y en el muscular, como a nivel central, los cambios que se producen en nuestro corazón. Las más importantes son las varaciones de la frecuencia cardíaca, sobre todo en los deportes que conllevan una gran resistencia para el atleta. Si el deportista está bien preparado la frecuencia podría alcanzar niveles más bajos que los de una persona sedentaria, permitiendo que el periodo de tiempo en el que el corazón se relaja después de contraerse sea mayor. Otra de las adaptaciones adaptaciones más evidentes es el aumento del volumen de las cavidades cardíacas, tanto de los ventrículos como de las aurículas, y del aumento de la masa del ventrículo izquierdo.
El género marca diferencias
Independientemente del género, este análisis ha reflejado que las cavidades del corazón aumentan en todos los deportistas que practican un deporte de resistencia. La primera diferencia, con respecto al sexo, es que las cavidades derechas de las mujeres son más pequeñas que las de los hombres, sin importar la cantidad de ejercicio que se haya practicado, y que la capacidad de contracción siempre es mayor en las mujeres que en los hombres. Esto se debe a que “la mujer trabaja con volúmenes menores a nivel de ventrículo derecho, con una deformación mayor”, afirma la doctora Sanz de la Garza.
Los estrógenos también pueden jugar un papel importante en cuanto a las adaptaciones del corazón, según las conclusiones del estudio. Gracias a esta hormona y a su acción vasodilatadora de los pulmones, la presión pulmonar aumenta menos en las mujeres que en los hombres justo en el momento en el que se produce el mayor esfuerzo. En algunas ocasiones esta serie de modificaciones se confunden con enfermedades genéticas como la cardiomiopatía hipertrófica, que se caracteriza por el aumento del grosor de las paredes musculares del corazón. Para distinguir esta serie de cambios de las enfermedades es necesario realizar un estudio concreto y exhaustivo para evitar que un deportista de alto rendimiento se exponga a un alto riesgo de sufrir muerte súbita.
Por ello los expertos alertan de que si se realizaran las pruebas necesarias, como el screening de preparticipación deportiva, se podrían reducir hasta un 90% los casos de muerte súbita que se producen, ya que son esenciales para detectar la mayoría de anomalías cardiacas y hereditarias. Además, alertan de que hasta el 95% de las personas que sufren muerte súbita fallecen si no son atendidas de inmediato.
Artículo publicado por Carlos Lisbona en el Nº 123 de la revista Salud & Corazón.