Dolores de cabeza, fatiga, sudoración, insomnio… Son algunas de las posibles respuestas del organismo al estrés, aunque no son las únicas. La salud cardiovascular también puede verse afectada. Es la razón por la que el estrés aparece como factor de riesgo en la Guía Europea de Prevención Cardiovascular, y es que sufrirlo supone someter al organismo a tensiones que pueden pasarnos factura.
Como explica en este artículo la psicóloga Julia Vidal, experta en ansiedad y estrés y miembro del Consejo de Expertos de la Fundación Española del Corazón, las situaciones estresantes pueden afectarnos influyendo en trastornos como la elevación de la presión arterial. “Existen mecanismos que producen una serie de cambios químicos característicos debido a la activación del sistema nervioso simpático que produce elevación de la frecuencia cardiaca y la presión arterial, vasoconstricción coronaria, etc.”, afirma la psicóloga.
Además de estas alteraciones fisiológicas, el estrés y la ansiedad pueden conducir a quienes lo padecen a cambiar significativamente sus hábitos de vida por otros menos saludables. Por ejemplo, comer en exceso o ingerir alimentos hipercalóricos, dormir menos, consumir más alcohol o café y hacer menos ejercicio. De ahí que alejarnos todo lo posible de situaciones que nos estresen sea un objetivo muy saludable.
Cómo combatir el estrés
Para evitar sufrir las consecuencias que el estrés puede tener en nuestra salud cardiovascular contamos con algunas herramientas. Entre las no farmacológicas se encuentran las siguientes:
- Ejercicio. Practicar ejercicio nos ayuda a liberar tensiones, por lo que ejerce como un buen aliado contra el estrés. Pero además combate otros factores de riesgo cardiovascular como la obesidad, la diabetes, la hipertensión arterial o los niveles altos de colesterol. Para poder disfrutar de los beneficios que aporta el ejercicio es esencial ser constantes y practicarlo al menos dos veces a la semana.
- Alimentación saludable. Una alimentación rica en verduras, frutas y fibra, y baja en grasas y azúcares, también nos ayudará a mantener el estrés a raya. No debemos olvidarnos de dejar fuera de nuestra dieta estimulantes como el café y el alcohol, ya que potencian el estrés.
- Descanso. Dormir bien y dejar que el sueño cumpla su función reparadora es otra manera de mantener alejado el estrés. Para que el sueño sea de calidad conviene que la cena sea ligera, evitar la cafeína o la teína y seguir unas rutinas horarias acostándonos siempre alrededor de la misma hora. También es buena idea seguir técnicas de respiración que nos ayuden a relajarnos.
En caso de que se sufra estrés agudo es posible que haya que sumar a estas medidas otras farmacológicas que en todo caso prescribiría nuestro médico.