La Guía Europea de Prevención Cardiovascular incluye desde 2012 el estrés entre los factores de riesgo cardiaco, y es que determinadas emociones pueden influir en nuestra salud cardiovascular, interviniendo en el desencadenamiento de determinados trastornos cardiacos. Pero, ¿cómo nos afectan esas emociones de manera concreta?
Según explica Julia Vidal, psicóloga experta en ansiedad y estrés y miembro del Consejo de Expertos de la Fundación Española del Corazón, hace ya más de una década que estudios como el llevado a cabo por Wilbert-Lampen, Leistner, Greven, Pohl, Sper, Völker y colaboradores llegaron a la conclusión de que “algunos factores estresantes como catástrofes naturales, guerras o incluso acontecimientos como partidos de fútbol, pueden afectar a nuestro sistema cardiovascular, precipitando los accidentes cardiovasculares en personas con riesgo. En concreto, el estudio de Wilbert-Lampen, Leistner, Greven, Pohl, Sper, Völker y colaboradores da ejemplos concretos y nos habla de que hay una incidencia más alta de accidentes vasculares dos horas después de los partidos de fútbol”, señala.
La razón es que situaciones estresantes pueden afectarnos influyendo en trastornos como la elevación de la presión arterial, ya que “existen mecanismos que producen una serie de cambios químicos característicos, debido a la activación del sistema nervioso simpático que produce elevación de la frecuencia cardiaca y la presión arterial, vasoconstricción coronaria, etc.”, señala Julia Vidal. “Además de esta vía fisiológica, el estrés y la ansiedad llevan a las personas a cambiar significativamente sus hábitos de vida por otros menos saludables, como comer en exceso o ingerir además alimentos hipercalóricos, dormir menos, hacer menos ejercicio, consumir más alcohol, café...”, afirma la psicóloga miembro del Consejo de Expertos de la Fundación Española del Corazón (FEC).
El efecto de la depresión
Otro de los hallazgos de la comunidad científica que relaciona la salud psíquica con la cardiovascular es que la depresión en personas sanas aumenta el riesgo de sufrir una enfermedad cardiaca. Además, cuando se ha sufrido un infarto de miocardio, la depresión duplica el riesgo de morir por un nuevo reinfarto.
“No se ha establecido de forma clara el porqué de esta relación entre las personas que sufren depresión y el aumento de probabilidades de sufrir eventos cardiacos como el infarto agudo de miocardio, pero se sabe que esta relación existe y que los pacientes con depresión tienen peor pronóstico”, explica Vidal, que añade que se ha observado que una de las formas en que la depresión podría afectar a la salud cardiaca es que las personas con depresión “tienen una actitud más negativa o más indiferente ante la enfermedad, y se cuidan menos, siguen menos controles médicos, hacen menos ejercicio y pueden tener menos adhesión a tratamientos farmacológicos”.