La hipertensión es uno de los factores de riesgo cardiovascular más importantes, además de ser frecuente en nuestra población: se estima que en España hay más de 17 millones de hipertensos de diverso grado, y que el 40% desconoce que lo es. Por las consecuencias que puede tener en nuestro organismo es clave prevenir la hipertensión o, en caso de que ya se padezca, detectarla y tratarla.
Pero, ¿por qué se produce? ¿Cómo se manifiesta? ¿Qué medidas de presión arterial deberíamos intentar mantener? Y, ¿cómo lograrlo? A estas y otras preguntas contestaron en un directo los doctores José Luis Palma Gámiz, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón (FEC), y José Antonio García Donaire, nefrólogo en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y presidente de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LEHLA). Estas son sus respuestas:
¿Qué es la hipertensión arterial?
Como explicó el doctor Palma Gámiz, la hipertensión es un aumento de la presión arterial sobre las paredes de las arterias ejercida por la fuerza de la sangre que se contrapone a la resistencia que las arterias le ofrecen. De esa relación entre el volumen de sangre que se inyecta en las arterias y la resistencia que estas les ofrecen se obtienen dos valores, el valor sistólico o presión máxima y el valor diastólico o presión mínima.
¿Cuáles son los valores considerados normales?
La presión arterial ideal es un umbral aleatorio elegido por los expertos, explicó el doctor García Donaire añadiendo que se establece en determinada cifra porque en ella hay menos morbilidad y mortalidad. Sin embargo, esa cifra varía en función del estado de salud y la edad de cada persona.
Para un adulto sano, las cifras no deberían superar los 135/85 mmHg, aunque la presión óptima es de 120/75 mmHg mientras que la ideal está por debajo de 110/70 mmHg. Sin embargo, en los pacientes que ya tienen complicaciones, como haber pasado por un infarto, tener insuficiencia renal o trastornos cerebrales, la presión arterial no debe exceder las cifras de 120/75 mmHg. Por último, en los mayores de 75 años, la presión que se considera ideal estaría en torno a los 140/80 mmHg.
¿Qué la causa?
Aproximadamente el 15% de los casos de hipertensión tienen que ver con el componente metabólico, hormonal o renal o están relacionados con el sistema nervioso simpático, que es el que nos hace reaccionar cuando el organismo interpreta situaciones potencialmente peligrosas, explicó García Donaire. “Pero en el otro 85% de los casos no sabemos por qué ocurre, aunque sí sabemos que el estilo y la calidad de vida influyen. Podremos prevenirla si desde la infancia seguimos la dieta mediterránea y hacemos ejercicio físico de forma moderada. Al igual que también sabemos que es clave la calidad del sueño y la gestión del estrés”, indicó el presidente de SEH-LEHLA.
¿Se manifiesta en forma de síntomas?
Una de las razones de que se deba tomar la presión arterial al menos una vez al año a partir de los 40 años es que, en muchos casos, la hipertensión es silenciosa o callada. Es decir, no muestra ningún síntoma. Sin embargo, en ocasiones sí puede lanzar mensajes en forma de cefaleas diferentes a las habituales, alteraciones visuales que no son las que solemos sufrir por tener miopía o astigmatismo, mareos inespecíficos, aturdimientos, déficits de memoria… “Cuando se juntan estos mensajes, que pueden darse tanto en reposo como durante el ejercicio, debemos ir al especialista en hipertensión”, advirtió García Donaire.
¿Qué consecuencias tiene?
El primer factor causal de infarto de miocardio es la hipertensión. En personas mayores de 70 años, incrementos de 20 mmHg para la presión máxima y 10 mmHg para la presión mínima duplican el riesgo de sufrir un evento cardiovascular. Pero no solo afecta a nivel cardiaco, recordó el doctor José Luis Palma Gámiz. “A mayor presión arterial, mayor riesgo y mayor afectación de los órganos diana como el corazón, el cerebro, el riñón, arterias retinianas… Por eso, entre las posibles consecuencias de la hipertensión arterial se encuentran el infarto de miocardio, la enfermedad renal, la insuficiencia cardiaca, el accidente cerebrovascular y la ceguera por retinopatía hipertensiva, además de trastornos de carácter cognitivo y psicológico”, explicó el vicepresidente de la FEC. Respecto a estos últimos, García Donaire indicó que una presión mal controlada puede hacer que determinados fenómenos de demencia o de deterioro cognitivo aparezcan antes porque el cerebro está hipervascularizado, “y donde hay un vaso que pueda tener una presión arterial elevada, lo tenemos que reducir y mejorar. Por eso la prevención es fundamental”.
¿Cómo prevenir la aparición de la hipertensión?
- Dieta adecuada manteniendo el peso ideal. Es una medida preventiva, pero una vez que ya se ha detectado la hipertensión también es fundamental seguir la dieta mediterránea y reducir el consumo de sal, una de las principales aliadas de la hipertensión. “Eso no quiere decir que haya que comer sin sal, pero sí que sea un consumo muy moderado”, recordó el presidente de SEH-LEHLA. Según la OMS, las personas normotensas no deben consumir más de cinco gramos de sal al día, una cantidad que se reduce en personas hipertensas. Para no superar esa cifra, es buena idea que la pizca de sal que echamos a la comida “sea ya con el plato cocinado, no durante la cocción. Y consumir con mucha moderación ultraprocesados y precocinados, que tienen mucha sal”, aconsejó García Donaire. Las grasas saturadas están también directamente relacionadas con la hipertensión, por lo que, igualmente, si se consumen ha de ser de forma moderada.
- Hacer ejercicio físico. Como explicaron los expertos, salir a caminar 30 minutos por la mañana y 30 minutos por la tarde evitando las horas de mucho calor es tan importante como cualquier pastilla que se pueda recetar. En cuanto a la intensidad y el tipo de ejercicio, la recomendación es combinar ejercicio aeróbico y ejercicio anaeróbico, sabiendo que el organismo tiene que ir adaptándose. “Si tengo entre 40 y 60 años y nunca he corrido, no puedo correr una media maratón al mes de empezar a entrenar. Hay que ser progresivos en cuanto al entrenamiento”, recordó García Donaire.
- Fármacos. “Si es posible, y en un porcentaje altísimo de casos lo es, siempre debe ir primero la modificación de los hábitos de vida. Pero si las cifras de presión arterial son muy altas, hay crisis hipertensivas de repetición o el paciente tiene un riesgo asociado que no nos permite esperar, habrá que acudir al tratamiento farmacológico”, indicó el presidente de SEH-LEHLA recordando que hay 84 principios activos diferentes en España para tratar la hipertensión. En cuanto a cuál es la mejor hora para tomar los fármacos, “la pastilla más eficaz es la que se toma, independientemente de la hora que sea”, recordó.