Los expertos definen el riesgo cardiovascular como la probabilidad de sufrir una enfermedad cardiovascular, y se asocia con distintos factores tanto biológicos como relacionados con los hábitos de vida. Los primeros se refieren a marcadores como la edad, el sexo o los antecedentes familiares, por lo que no se pueden modificar. Sin embargo, también hay factores de riesgo modificables contra los que podemos actuar, y mantenerlos a raya se traduce en una menor probabilidad de sufrir una enfermedad cardiovascular.
Por eso es tan importante conocerlos y controlarlos: haciéndolo podrían prevenirse hasta el 80% de muertes prematuras por enfermedad cardiovascular. Estos son los siete parámetros cuantificables que modulan el riesgo de padecer eventos cardiovasculares:
Presión arterial
Mantener las cifras de presión arterial en los valores recomendados por los cardiólogos – lo ideal es que se mantenga en un rango igual o inferior a 120/80 mmHg- es una medida fundamental para evitar el riesgo cardiovascular. La hipertensión puede tener importantes consecuencias en el organismo: las arterias se endurecen para soportar la presión arterial alta, lo que a su vez puede dificultar el paso de la sangre y derivar en complicaciones graves como infarto de miocardio, hemorragia o trombosis cerebral. También aumenta el riesgo de arritmias, insuficiencia cardiaca, dilatación de aurícula izquierda, relajación disminuida del ventrículo izquierdo o hipertrofia del ventrículo izquierdo. Para controlarla, las medidas no farmacológicas recomendadas son evitar el tabaco y el consumo excesivo de alcohol, reducir el consumo de sal, practicar deporte y seguir una alimentación saludable.
Colesterol
Uno de cada dos adultos españoles tiene niveles elevados de colesterol, y el 46,4% de ellos lo desconocen, indica el estudio ENRICA. Una situación preocupante ya que estos niveles elevados hacen que las células sean incapaces de absorber todo el colesterol que circula por la sangre, por lo que el sobrante se deposita en la pared de la arteria y contribuye a su progresivo estrechamiento. Por eso es tan importante vigilar nuestros niveles de colesterol e intentar reducirlos si superan las cifras recomendadas. Para controlar esos niveles es fundamental tanto una alimentación equilibrada con poco contenido de grasas saturadas como el ejercicio regular.
Glucosa en sangre
La diabetes es un importante factor de riesgo cardiovascular que provoca una serie de alteraciones que afectan a determinados órganos y a la circulación. Es la razón de que debamos prevenirla luchando contra las causas que propician la aparición de la diabetes tipo 2, que son el sobrepeso, la obesidad y el sedentarismo.
Consumo de tabaco
Fumar triplica las posibilidades de sufrir una enfermedad cardiaca, lo que significa que eliminando el tabaco de nuestros hábitos estaremos haciendo un buen regalo a nuestro corazón. Y no solo a él, ya que fumar también puede provocar cáncer de pulmón, tumores en boca, laringe y esófago o Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), entre un largo etcétera de enfermedades.
Actividad física
El sedentarismo es uno de los factores de riesgo cardiovascular más frecuentes en la población occidental, y tiene tanto peso específico como el tabaquismo, la dislipemia o la hipercolesterolemia. La principal razón de que haya que combatirlo es que contribuye a la aterosclerosis, que puede acabar produciendo un infarto de miocardio o un ictus. Por eso es importante seguir una rutina de actividad física semanal que incluya como mínimo 150 minutos semanales de actividad física aeróbica de intensidad moderada o 75 minutos de actividad intensa.
Salud emocional
Según los expertos, cuidar la salud emocional es básico para mantener una buena salud cardiaca. De hecho, tener una actitud positiva reduce el riesgo de infarto. La razón de ese papel protector del optimismo puede explicarse a través de tres mecanismos: por un lado, influye en la promoción de hábitos de vida saludables como no fumar, hacer ejercicio físico, dormir bien o alimentarse de forma adecuada; por otro, facilita el mantenimiento y desarrollo de otros factores sociales que han demostrado ser cardioprotectores, como el apoyo familiar y social; y además, influye directamente sobre algunos procesos biológicos de forma positiva, como el funcionamiento del sistema inmune.
Peso
Estar por encima del peso que nos corresponde favorece la aparición de otros factores de riesgo, como la diabetes, la hipertensión o los niveles elevados de colesterol, por lo que es clave combatir la obesidad y mantenernos en el peso recomendado. Clásicamente, la obesidad se ha definido a través del Índice de Masa Corporal (IMC), que relaciona el peso con la altura. Sin embargo, aunque sirve de orientación, los expertos consideran que el IMC no refleja el grado de grasa corporal total. Por eso se puede usar también otra medida, el índice cintura/ cadera (ICC), que se calcula dividiendo el perímetro de la cintura de una persona por el perímetro de su cadera. Para lograr combatir la obesidad debemos seguir una alimentación saludable basada en la dieta mediterránea y practicar ejercicio de forma frecuente.