El ejercicio físico es un apoyo muy importante para el paciente hipertenso. Así lo han demostrado distintos estudios, uno de los últimos publicado hace tan solo unas semanas en European Journal of Preventive Cardiology. Según recuerda este metaanálisis, alrededor del 25% de los infartos en Europa se atribuyen a la hipertensión, y se calcula que en 2025, alrededor del 60% de la población tendrá cifras de presión arterial por encima de lo recomendado. Por eso, incluir el ejercicio físico en la rutina diaria es hoy más importante que nunca.
Como explica la doctora María Dolores Masiá en un artículo del blog de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), todos los tipos de entrenamiento - entrenamiento de resistencia aeróbica, como correr, nadar o montar en bici; entrenamiento de fuerza dinámica, como el ejercicio dinámico con mancuernas; y entrenamiento de fuerza isométrica, como las planchas - disminuyen las cifras de tensión arterial. De hecho, el ejercicio juega tal papel en el control de las cifras tensionales que incluso en algunos grupos, como los que padecen hipertensión de grado I -140-149/90-99 mmHg-, puede llegar a tener los mismos resultados que la medicación y además, sin efectos secundarios.
Pero, ¿qué tipo de ejercicio es el más indicado? En principio, para el paciente hipertenso, el ejercicio más recomendable suele ser el de tipo aeróbico, que reduce tanto la presión sistólica como la diastólica a diferencia del ejercicio anaeróbico y de resistencia -ciclismo de montaña, halterofilia…-, que puede elevar la presión arterial sistólica. En cualquier caso, la respuesta, según la doctora Masiá, no se puede generalizar, aunque “probablemente, en la gran mayoría de casos, el entrenamiento combinado, con un buen control de todas las variables, siendo derivados a profesionales expertos en el tema, sea la mejor opción que les podamos plantear”, señala.
Por eso es recomendable que, dependiendo de las características de cada paciente, se planifique de manera individualizada el ejercicio físico. Pero, en cualquier caso, lo fundamental es que ese ejercicio forme parte de nuestra rutina. Es la razón de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiende desde hace más de tres décadas la práctica deportiva como una de las medidas no farmacológicas más importantes destinadas a disminuir los valores de tensión arterial.
Otras medidas
Además de mantener un estilo de vida activo y destinar diariamente un tiempo al ejercicio físico si es posible, hay otras medidas que también nos pueden ayudar. Una de ellas es seguir la alimentación recomendada, rica en fruta, verdura y legumbres, reduciendo las grasas, especialmente las saturadas, y disminuyendo la cantidad de sal a menos de 5 gramos diarios –una cucharadita de café-. La dieta que se propone en este enlace puede orientar a quienes estén buscando información relacionada con qué productos consumir. Respecto al alcohol, el exceso de consumo puede derivar en un incremento de la presión arterial, por lo que es buena idea evitarlo. Y en cuanto al tabaco, los expertos recuerdan que si la presión alta aparece en personas fumadoras, las posibilidades de sufrir un infarto cerebral o de miocardio se multiplican.