Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo. Según estimaciones de la Federación Mundial del Corazón, provocan 18,6 millones de defunciones al año. Sin embargo, esa cifra podría reducirse si se previniera la aparición de la enfermedad cardiovascular, objetivo con el que se celebra cada 29 de septiembre el Día Mundial del Corazón.
Para lograrlo, es clave vigilar los principales factores de riesgo, como niveles elevados de colesterol, hipertensión, diabetes y obesidad. Un estilo de vida saludable que incluya una alimentación adecuada, como la dieta mediterránea, incorpore el deporte a la rutina diaria y evite el tabaco es la principal herramienta con la que contamos para mantener los factores de riesgo cardiovascular a raya. Pero además, el bienestar emocional y la calidad del aire también juegan un papel fundamental en la salud cardiovascular.
Bienestar emocional
Los trastornos emocionales afectan a más de un tercio de la población europea. En España se cifra en 5,4% la población con algún tipo de cuadro depresivo, lo que supone 2,1 millones de personas. Atendiendo a la severidad de la sintomatología, 230.000 se consideran graves, según datos del INE.
La salud cardiovascular puede verse afectada por estos trastornos. Concretamente, niveles elevados de estrés aumentan el riesgo de sufrir un infarto, al igual que la depresión incrementa las posibilidades de padecer enfermedades coronarias. El insomnio también puede afectar directamente a la salud cardiaca: según el metaanálisis ‘Insomnia and risk of cardiovascular disease’, el riesgo de desarrollar o morir de enfermedad cardiovascular aumenta un 45% en las personas con insomnio en comparación con quienes no tienen alteraciones del sueño.
Tratar estos problemas para poder disfrutar de una buena salud emocional incide positivamente en la salud cardiovascular. Dormir bien, hacer ejercicio, relajarse y mantener una actitud positiva son algunas de las herramientas que pueden ayudar a conseguirlo.
Calidad del aire
Según datos de la OMS, la contaminación atmosférica puede estar relacionada con el 25% de todas las muertes por cardiopatía isquémica y el 24% de los fallecimientos por accidentes cerebrovasculares. Por eso, mejorar la calidad del aire resulta fundamental para la salud cardiovascular, para lo que se necesitan políticas que inviertan en transporte más limpio, hogares energéticamente eficientes, generación de energía eléctrica, regulación de la industria, acceso a combustibles y tecnologías limpias y mejora de la gestión de los residuos municipales.
Pero, además, individualmente podemos intentar reducir el impacto de la contaminación en la salud cardiovascular caminando o yendo en bicicleta en lugar de conducir, evitando calles con tráfico; comprobando los niveles de contaminación atmosférica a través de aplicaciones móviles que indican cómo es la calidad del aire; y haciendo ejercicio regularmente en rutas verdes.