El colectivo médico lo repite sin cesar: la práctica regular de ejercicio físico de intensidad moderada, una alimentación saludable y el abandono del hábito tabáquico son tres factores imprescindibles para aumentar tanto nuestra esperanza de vida como la calidad de nuestro día a día. Y una prueba de ello es que esos hábitos pueden prevenir hasta el 80% de las muertes por causa cardiovascular.
Concretamente la actividad física es un pilar que no debemos perder de vista porque a través de ella logramos cambios beneficiosos en nuestro organismo. De ello hablaron expertos ponentes en la jornada con la que abrimos la Semana del Corazón. Dedicada a la movilidad y al impacto que el ejercicio tiene en nuestra salud, a lo largo de todo el día se sucedieron tres charlas, la primera de ellas dedicada a cómo extender la cultura de deporte a través de distintas iniciativas.
Por qué el sedentarismo es un factor de riesgo
“La semana tiene 168 horas, ¿y si dedicamos tan solo 3 al ejercicio?”, preguntaba la Dra. Amelia Carro, coordinadora de la jornada, a los espectadores de la charla ‘Del movimiento al descanso evitando la inactividad’. De esa forma hacía referencia al mínimo de minutos semanales de actividad física aeróbica de intensidad moderada que la OMS recomienda.
Pero, ¿por qué es tan importante dedicar tiempo a ejercitarnos? Como explicó la Dra. Carro, hay cinco componentes de la forma física: el componente motor, ya que el ejercicio nos proporciona agilidad, equilibrio y coordinación; el componente metabólico – el deporte altera la homeostasis de la glucosa, el metabolismo lipídico o la oxidación de los sustratos, lo que mejora nuestro metabolismo-; el componente muscular, porque la actividad física aumenta la capacidad muscular, la potencia y la fuerza; el componente cardiorrespiratorio, que se ve afectado con el ejercicio ya que este mejora la función cardiaca, la potencia aeróbica y la resistencia; y el componente morfológico - el ejercicio cambia nuestra composición grasa, la densidad ósea y aporta flexibilidad-.
Por el contrario, si nos olvidamos de la actividad física y pasamos gran parte del día en modo sedentario, se da la situación opuesta: a nivel cardiorrespiratorio, se alteran las arterias coronarias pudiendo desarrollar cardiopatía isquémica, mientras que a nivel del miocardio podemos sufrir insuficiencia cardiaca. Además, el sedentarismo baja el sistema de defensas, por lo que infecciones como la miocarditis o la endocarditis pueden aparecer, al igual que la hipertensión o las arritmias. A nivel morfológico, la inactividad cambia la composición corporal favoreciendo la obesidad y acumulando más lípidos, además de que la masa ósea se pierde provocando osteoporosis y artrosis.
Respecto a la musculatura, el hecho de llevar una vida sedentaria hace que perdamos masa muscular. Y en lo metabólico, el sedentarismo favorece la aparición de enfermedades metabólicas como la diabetes, la dislipemia, alteración del tiroides… Por último, si no nos movemos tenderemos a sufrir más caídas, perder funcionalidad y padecer fragilidad general.
De ahí que sea tan importante combatir el sedentarismo aprovechándonos de los beneficios de la actividad física, que contribuye a aumentar la esperanza de vida, reducir la carga de enfermedad y ganar calidad de vida. Por eso, promover la práctica de ejercicio físico es crucial. Especialmente desde la llegada del Sars-CoV-2, que tiene peor pronóstico en caso de enfermedad cardiovascular.
Ejercicio en ciudades
Otro asunto tratado en esta primera jornada de la Semana del Corazón fue el papel que tienen las administraciones de las ciudades en la promoción del ejercicio físico de forma segura. Según los expertos, las ciudades deben convertirse en espacios saludables y sostenibles para promover así la práctica de deporte en ellas. Por eso es clave combatir la contaminación atmosférica, que causa 8,8 millones de muertes al año en el mundo, 790.000 en Europa y unas 30.000 en España. De todas ellas, entre el 40 y el 80% se deben a causa cardiovascular.
El Dr. Jordi Bañeras, ponente en esta charla, recordó que la publicación The Lancet clasifica la contaminación atmosférica como el noveno factor de riesgo en relación a la mortalidad, a lo que añadió que la salud cardiovascular depende, entre otros factores, del estilo de vida y el ambiente. Por eso resulta crucial cuidar ese ambiente eliminando las partículas contaminantes ya que, solo en Europa, la contaminación es responsable de casi 800.000 muertes anuales.
¿Qué hacer entonces si quiero hacer ejercicio al aire libre en zonas contaminadas como las ciudades? El Dr. Bañeras explicó que un estudio que siguió a más 58.000 personas en Hong Kong durante tres años concluyó que hacer ejercicio físico, independientemente de si el lugar elegido para ello es una está más o menos contaminada, tiene ganancia para el organismo porque reduce la mortalidad. Sin embargo, si hacemos ejercicio en zonas contaminadas, esa ganancia es menor.
Es una de las razones por las que urge tomar medidas desde la administración. Pero además, están surgiendo iniciativas en el sector privado como la de Sanitas, que ha puesto en marcha su proyecto Healthy Cities, una iniciativa para fomentar hábitos de vida saludables desde las compañías y contribuir a la creación de entornos más saludables y sostenibles en las ciudades.