La cardiopatía isquémica es la arteriosclerosis (rigidez de las arterias) que afecta a las arterias coronarias (las encargadas de suministrar sangre al propio músculo del corazón).
La cardiopatía isquémica es la arteriosclerosis (rigidez de las arterias) que afecta a las arterias coronarias (las encargadas de suministrar sangre al propio músculo del corazón).
Los pacientes con cardiopatía isquémica no son un grupo homogéneo de enfermos con la misma enfermedad: pueden ser personas que han tenido un infarto, una angina de pecho que se han sometido a una cirugía de revascularización (bypass) o un cateterismo (con angioplastia o implante de un stent). Además, las secuelas de la enfermedad también pueden ser muy variadas.
Los distintos tipos de pacientes:
Habrá que tener en cuenta las siguientes características de la enfermedad:
- Si ha habido un infarto o no: la lesión característica del infarto a largo plazo es una cicatriz permanente en el musculo infartado. Las cicatrices son lesiones que pueden favorecer el desarrollo de arritmias en algunas circunstancias y cuando la cicatriz es muy grande, el corazón podría quedar debilitado.
- Si hay obstrucciones no resueltas en alguna de las arterias coronarias que produce falta de riego cuando hacemos trabajar al corazón (durante los esfuerzos, emociones intensas o durante el ejercicio). Este hecho puede producir síntomas como dolor o fatiga y alteraciones en el funcionamiento del corazón. Podría desencadenar algunas arritmias y, si no lo notamos y seguimos haciendo ejercicio, producir zonas de infarto por la falta de riego mantenida.
- Si el corazón ha quedado debilitado o no: cuando el corazón pierde su capacidad para bombear adecuadamente la sangre, la capacidad de ejercicio del paciente puede verse limitada y existe un mayor riesgo de complicaciones con el ejercicio.
- Hasta qué punto las secuelas de la enfermedad limitan la capacidad de realizar trabajo o ejercicio en el paciente.
- El tipo de medicación que tiene que tomar el paciente de forma más o menos indefinida y que puede afectar al programa de ejercicio que va a realizar.
Valoración del riesgo de cada paciente:
El riesgo se refiere fundamentalmente a las posibilidades de presentar arritmias graves, nuevos infartos o una descompensación de insuficiencia cardiaca con retención de líquidos, hipotensión...
Para hacernos una idea del riesgo que supone la actividad física en cada paciente, necesitaremos hacer una valoración previa al programa de ejercicio físico.
- Además de la entrevista y la exploración, que dan información importante sobre la situación del paciente, son importantes las siguientes pruebas:
- El ecocardiograma nos dirá cómo funciona el corazón como músculo, el funcionamiento de las válvulas y, en general, la situación y las secuelas en el funcionamiento del corazón.
- El cateterismo nos servirá para saber si existen más arterias coronarias obstruidas que pudieran dar problemas durante la práctica de ejercicio físico.
- La prueba de esfuerzo nos dirá la capacidad de esfuerzo que tiene el paciente, datos sobre su nivel de entrenamiento, si hay arritmias, falta de riego o alguna alteración en la respuesta normal al ejercicio. También nos dará información valiosa para programar las cargas de ejercicio después de un diagnóstico de este tipo (sobre todo si se realiza una ergoespirometría): frecuencia cardiaca máxima, frecuencia cardiaca a la que aparecen las alteraciones y que determinarán el umbral de seguridad.
Con toda esta información el cardiólogo o el médico encargado de hacer la prescripción de ejercicio estará en condiciones de determinar el perfil de riesgo de cada paciente y, por lo tanto, de determinar la necesidad de supervisión médica cuando se va a comenzar un programa de ejercicio físico.
- Los pacientes de bajo riesgo: que han tenido un infarto pequeño o angina de pecho resuelta mediante un cateterismo o Bypass, en los que no han quedado secuelas en el ecocardiograma, no tienen lesiones importantes en las coronarias y tienen una respuesta normal en la prueba de esfuerzo, el ejercicio físico es seguro y no necesitarían una fase supervisada de ejercicio. Pueden comenzar un programa de ejercicio bien pautado en un gimnasio o sin necesidad de supervisión médica. Siempre es positivo contar con un profesional del ejercicio físico que individualice el entrenamiento a nuestras circunstancias y necesidades.
- Cuanto más riesgo tiene el paciente en base a las secuelas, más necesaria es una supervisión que incluya monitorización con electrocardiograma, tensión arterial y síntomas y una progresión más lenta aumentando la intensidad y los volúmenes de entrenamiento, además del acceso inmediato a medicación urgente y un desfibrilador en aquellos de mayor riesgo.
¿Qué tipo de ejercicio se recomienda en los pacientes con cardiopatía isquémica?
Los ejercicios de tipo aeróbico son los que han demostrado mejorar el pronóstico y la calidad de vida de estos pacientes, pero los ejercicios de fuerza tienen muchos efectos beneficiosos y son parte de las recomendaciones de ejercicio en este tipo de pacientes según todas las sociedades médicas. El programa de ejercicio se debe de complementar con un estilo de vida activo evitando las conductas sedentarias en el trabajo, en las actividades cotidianas y domésticas y en las actividades de ocio.
Los beneficios de la actividad física van en aumento hasta las 8-12 semanas de comenzar un programa de ejercicio y se mantienen mientras se sostiene el mismo nivel de entrenamiento. Si se interrumpe, sus beneficios se pierden en 1-3 meses. De ahí la importancia de concienciar al paciente de la necesidad de convertir el ejercicio en una práctica habitual y regular en su vida.
Una limitación importante en la práctica de ejercicio físico que suele ocurrir tras un evento isquémico es la producida por el impacto psicológico que puede crear la enfermedad, de ahí la necesidad de la participación de un psicólogo en los programas de rehabilitación cardiaca. Suele dar tranquilidad conocer bien los síntomas alarma y saber diferenciarlos de dolencias típicas secundarias a la cirugía o el cateterismo que carecen de importancia.
La “receta” de ejercicio físico:
Ejercicio aeróbico:
Al menos 3-5 días semanales para acumular un mínimo de 150 minutos de ejercicio de intensidad moderada o bien un mínimo de 75 min de alta intensidad o una mezcla de ambos. Una duda razonable que surge es la manera de poder calcular y controlar dicha intensidad. Quizás la forma más fiable y objetiva es realizar una ergoespirometría (prueba de esfuerzo con consumo de gases) que marcará la zona por frecuencia cardiaca e incluso por ritmo de velocidad de tus umbrales aeróbico/anaeróbico y a partir de ahí se podrán calcular las diferentes zonas de entrenamiento. También se pueden usar escalas de sensación de esfuerzo percibido, pero para ello deberás familiarizarte con ellas y necesitarás tiempo. Se pueden dividir en sesiones diarias de más de 20 min de ejercicio aeróbico que se aumentarán progresivamente hasta 60 min o más. En gente muy desentrenada pueden ser suficientes tandas de 5-10 min en varias ocasiones al día e ir alargándolas progresivamente hasta llegar al objetivo.
En pacientes seleccionados y que conozcan la técnica pueden considerarse ejercicios interválicos de muy alta intensidad (90-95% de la frecuencia cardiaca máxima o sensaciones de esfuerzo muy duras) que mejoran mucho la capacidad de ejercicio.
Además, habrá que calentar y enfriar 5-10 min antes y después de cada sesión con actividad física ligera.
Los ejercicios ideales son los aeróbicos rítmicos que movilicen grandes grupos musculares y que permiten mantener intensidades fijas (caminatas, carrera, natación, ciclismo, remo, senderismo...). Combinar suele ser bueno pero hay que saber que las frecuencias cardiacas de trabajo pueden ser muy distintas para cada ejercicio.
Cuando exista alguna alteración en la prueba de esfuerzo, habrá que determinar la frecuencia cardiaca a la que se produce esa alteración y entrenar a una frecuencia cardiaca de seguridad 10 latidos por minuto menor.
A medida que entrenamos y mejoramos, veremos como podemos aumentar la intensidad para aguantar el mismo tiempo.
Ejercicios de fortalecimiento muscular:
Idealmente 2-3 días a la semana descansando 48 horas entre cada sesión. Se pueden utilizar bandas elásticas, pesos libres, mancuernas o máquinas.
Se hará una tabla general con varios ejercicios que nos permitan trabajar todos los grupos musculares principales. El peso adecuado será aquel que se pueda levantar hasta 10 veces sin llegar al fallo o sin usar la maniobra de Valsalva (maniobra que consiste en aguantar la respiración mientras se hace fuerza). La sensación en el último levantamiento es de esfuerzo duro pero que se podría repetir durante otras 3-4 veces. Aumentaremos el peso cuando lleguemos con facilidad a la décima repetición y lo reduciremos si no somos capaces de hacer el gesto perfectamente o si nos cuesta llegar a la décima repetición. Repetiremos cada ejercicio entre 2 y 4 veces.
¿Cuáles son los beneficios del ejercicio físico en los pacientes con cardiopatía isquémica?
La lista es casi infinita. Por mencionar los más destacados
Los ejercicios aeróbicos:
- Mejora la capacidad de ejercicio por mecanismos que afectan al corazón, a los vasos sanguíneos, los pulmones, los músculos y, en general, a todos los órganos.
- Se reducen los factores de riesgo cardiovascular (presión arterial, colesterol, obesidad y sobrepeso, diabetes, inflamación y actividad trombótica)
- Disminuye la mortalidad y la severidad de distintas enfermedades (arteriosclerosis, diabetes, osteoporosis, algunos cánceres).
- A nivel psicológico mejora la capacidad para pensar, el estrés, la ansiedad, la depresión, la autoconfianza y el bienestar.
- Previene el deterioro propio del envejecimiento, las caídas...
Los ejercicios de fuerza:
- Mejoran la fuerza y la resistencia musculares.
- Disminuyen el trabajo cardiaco en las actividades cotidianas.
- Mejoran el rendimiento y la funcionalidad cotidianas.
- Previenen y tratan la osteoporosis, diabetes y obesidad.
- Mejoran la autoconfianza y la independencia física.
- Disminuyen la pérdida de fuerza y masa muscular que se producen con la edad.
¿Cómo afectan los medicamentos a mi programa de ejercicio?
Algunos medicamentos utilizados en la cardiopatía isquémica limitan la respuesta de la frecuencia cardiaca con el ejercicio y veremos que tenemos frecuencias cardiacas más bajas cuando hacemos ejercicio. En algunas ocasiones pueden incluso producir fatiga y limitar la capacidad de ejercicio.
Los medicamentos antiagregantes y anticoagulantes sirven para prevenir la formación de trombos a distintos niveles y favorecen el sangrado. Habrá que tener especial cuidado con los deportes con riesgo de impacto por el riesgo de una eventual lesión sangrante.
Las estatinas ocasionalmente darán dolores musculares, fatiga muscular y síntomas que podrían interferir con la aptitud física.
Los diuréticos pueden favorecer la deshidratación. Es importante vigilar este aspecto. Además, junto con los vasodilatadores y antihipertensivos alteran la respuesta normal de la tensión arterial con el ejercicio y podrían dar síntomas en algunas ocasiones.
Y si quiero retomar el deporte que hacía previamente?
Este es un tema que habrá que individualizar en función de los distintos condicionantes que hemos comentado en el primer párrafo.
Los pacientes de bajo riesgo (no antes de 3 meses tras un infarto) podrían retomar incluso los deportes de competición tras una adecuada valoración y consejo médico.
Los demás pacientes pueden requerir algunas adaptaciones o limitaciones a la hora de volver a hacer sus deportes y, salvo en casos concretos, el deporte de competición no se considera conveniente.