La miocardiopatía no compactada del ventrículo izquierdo es una enfermedad cardiaca de relativa escasa incidencia, aproximadamente 1.2.000 en la población.
La miocardiopatía no compactada del ventrículo izquierdo es una enfermedad cardiaca de relativa escasa incidencia, aproximadamente 1.2.000 en la población.
Nos resulta difícil poder explicar su fisiopatología para la población no especializada en nuestra profesión por la complejidad de la misma, pero de manera sencilla podríamos decir que el corazón en vez de estar compactado (“macizo”) se encuentra dividido por abundantes trabéculas que a la larga podrían provocar que el corazón perdiese la fuerza que le caracteriza.
En algunas ocasiones y a igual que otras enfermedades cardiológicas, la miocardiopatía no compactada puede ser de presentación familiar, es decir, hereditaria, por lo que una vez confirmado el diagnóstico se debe estudiar al menos a los familiares de primer grado de la persona que lo padece.
El diagnóstico se realiza por ecocardiograma (el electrocardiograma puede ser rigurosamente normal) y en caso de duda o para su confirmación la prueba de oro es la resonancia magnética del corazón. En los deportistas hay un número mayor de falsos positivos (personas que parece que la tienen pero en realidad están sanos) por el hecho de que una de las posibles adaptaciones cardiológicas al deporte es precisamente que el miocardio esté hipertrabeculado, aunque esta situación es supuestamente reversible (si se deja de entrenar debería desaparecer). Afortunadamente hoy en día se está avanzando considerablemente en los criterios diagnósticos por lo que una resonancia realizada por manos expertas suele confirmar o descartar el diagnóstico. De igual manera es posible que en caso de incertidumbre se realice un seguimiento periódico para ver la evolución puesto que puede ser que progrese conforme pasan los años.
La aptitud deportiva queda determinada por el grado de afectación cardiológica. En caso de que su corazón haya perdido fuerza o esté más grande de lo normal es posible que le restrinjan la actividad física. En caso contrario, puede darse la circunstancia de que le permitan continuar con el deporte e incluso con la competición pero estando condicionado a revisiones periódicas y a un seguimiento estrecho. Como siempre, la palabra y la decisión final debe ser tomada por su cardiólogo responsable, ya que se deben individualizar los casos siendo completamente imposible dar pautas regladas por un artículo de este tipo ante una entidad tan compleja.