Estos son los factores de riesgo cardiaco que podemos controlar
Algunos de los marcadores de riesgo cardiovascular que multiplican las posibilidades de que la enfermedad cardiaca aparezca no son modificables. Es el caso de la edad, el sexo o los antecedentes familiares. Sin embargo, hay factores de riesgo sobre los que podemos actuar, de forma que si conseguimos controlarlos reducimos las probabilidades de que la salud cardiaca se vea afectada por ellos. Estos son los principales.
¿Qué le ocurre a la salud cardiovascular con la llegada de la menopausia?
Hasta la llegada de la menopausia, las mujeres cuentan con la protección de los estrógenos, unas hormonas femeninas que ayudan a mantener a raya determinados factores de riesgo cardiovascular. Sin embargo, al finalizar la fase fértil tienen lugar una serie de cambios en el organismo femenino ante los cuales debemos estar alerta, ya que aumentan la probabilidad de que la enfermedad cardiaca aparezca.
¿Cómo actuar si presencias una parada cardiaca?
Cada año se producen en nuestro país alrededor de 30.000 casos de muerte súbita cardiaca, y se estima que las posibilidades de supervivencia sin secuelas a una parada cardiaca extrahospitalaria oscilan entre el 5 y el 10%. Una adecuada y rápida actuación, hasta que lleguen los servicios de emergencia, resulta fundamental porque, en una situación como esa, cada segundo cuenta.
Diabetes y enfermedad cardiovascular: así se relacionan
En España hay más de cinco millones de personas que padecen diabetes, uno de los principales factores de riesgo cardiovascular: según distintas investigaciones, sufrir esta patología aumenta entre dos y cuatro veces la probabilidad de padecer alguna enfermedad cardiovascular. Sin embargo, si se consigue mantener controlada, ese riesgo puede reducirse más de un 40%, advierte la World Heart Federation.
Los riesgos de unos niveles altos de colesterol
El colesterol es una sustancia grasa natural necesaria para el normal funcionamiento del organismo. Pero cuando sus niveles se disparan ponemos en riesgo nuestra salud: las personas con niveles de colesterol en sangre superior a 240 multiplican por dos las posibilidades de sufrir un infarto de miocardio en comparación con quienes mantienen cifras por debajo de 200. Por eso es vital controlarlo y tratar de mantenerlo a raya.
Prevenir para no tener que curar: los indispensables de un corazón sano
Disfrutar de un corazón sano es un regalo que todo nuestro organismo agradecerá: se trata del motor del cuerpo, el encargado de que la sangre y las sustancias que esta transporta circulen por venas y arterias correctamente. Y está en nuestra mano cuidar de él, ya que la mayoría de los factores de riesgo cardiovascular se pueden mantener a raya si seguimos las indicaciones médicas adecuadas.
Hipertensión: claves para mantenerla a raya
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que la hipertensión afecta a mil millones de personas en todo el mundo. Sus consecuencias son graves, ya que es una de las principales causas de insuficiencia cardiaca y renal.
El cuidado del corazón tras un infarto
Después de pasar por un infarto, la reacción más frecuente es inquietarse pensando en el futuro y en si podremos disfrutar de él. Sin embargo, la expectativa de vida si se consiguen controlar los factores de riesgo cardiovascular es muy alta. Tan solo hay que ser consciente de que tendremos que cambiar nuestros hábitos de vida y ponernos manos a la obra para cuidar la salud cardiovascular.
La hidratación, clave para la salud cardiovascular
El agua supone entre un 50 y un 70% de nuestra masa corporal, y cuando disminuye ese porcentaje, el funcionamiento de los órganos puede encontrarse con dificultades. Es lo que ocurre si llegamos a deshidratarnos, una situación en la que se puede deteriorar rápidamente la función renal, llevando incluso a la aparición de arritmias.
Cinco alimentos que no pueden faltar en tu dieta si quieres cuidar de tu corazón
La alimentación es tan importante para nuestro organismo que dependiendo de lo que comamos podemos beneficiar o perjudicar a nuestro corazón. El consumo excesivo de grasas y azúcares y la ausencia de verduras, hortalizas, legumbres o pescados puede acabar jugándonos una mala pasada.
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